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TRAZADO. La avenida del Amontillado comienza en La Plata y acaba en Las Torres, y por medio transcurren numerosas barriadas.
Jerez

Amontillado jerezano para una avenida vigorosa

Algo más de medio siglo de vida recorre en forma de curva esta gran arteria del norte de la ciudad de Jerez

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Es curva como la corona de una esfera. Cambia el rasante si se recorre de pitón a rabo y entre subidas y bajadas es posible encontrar casi de todo. Amontillado le pusieron por nombre por ser jerezana por los cuatro costados. Ese amontillado que no es fino ni oloroso, ni palo cortado tampoco, pero que recoge todas las esencias de lo bueno y lo ideal. Comienza en La Plata y acaba en Las Torres, y por medio transcurre un buen número de castizas barriadas que va dejando a sus orillas de acera, conformando una ribera azul y blanca color Jerez.

La Coronación, los pisos de los militares -popularmente conocidos de esta forma-, Icovesa, los bloques de Don Zoilo o Los Naranjos, cuya fragancia a azahar se deja notar en las primaveras.

La describe muy bien un vecino que dice llamarse Jacinto: «Es la avenida principal de la zona norte de Jerez, y eso siempre le ha dado mucho movimiento. Es paso de muchos vecinos y personas que acuden a esta parte de la ciudad. Es también paso de distintas líneas de autobuses que cruzan por aquí para ir de un lugar a otro. En definitiva, es una de las grandes calles de Jerez. Además te puedo decir que es un lugar donde sólo habita buena gente. Gente muy de Jerez, buenas personas, por tanto». Y, eso sí, apostilla con una queja: «Tan sólo echamos en falta un poco más de seguridad. En otros tiempos ha sido lugar de frecuentes hurtos en pequeños comercios. Nos encontramos un poco indefensos por los canallas que vienen por aquí, pero sin duda es una de los mejores lugares de Jerez».

En la parte baja de la avenida del Amontillado han aparecido los socavones. Es tema para el debate en los bares de la zona. Mercedes Domínguez, que también es del barrio de toda la vida, comenta que «aparecieron como consecuencia de las últimas lluvias caída en Jerez. Se abrió en la encrucijada que hay con la avenida de San Juan Bosco. La verdad es que esperábamos que ya estuviese todo asfaltado, pero ya ves sólo tenemos arena y grava». Queja vecinal que siempre aparece cuando de escribir sobre calles se trata, y polvareda que va dejando en el ambiente los grandes autobuses urbanos cuando pasan por los baches. Una señora ha aparecido por una ventana y se afana en apartar la ropa tendida, entre lamentos y reproches.

Comercios

Entramos en la zona más comercial de la avenida del Amontillado, justo la parte alta de la arteria. Allí podemos encontrar tiendas de alimentación, bares, calzados, un asador de pollos y hasta una pescadería donde se encuentran los salmonetes, las acedías y los boquerones cuando llegan las primeras horas del día. Toñi Suárez está al mando de la pastelería Jesús El Artesano. Huele a harina y a masa dulce. «Es el legado que ha dejado mi marido. Comenzamos aquí en el año 1987, que ya ha llovido desde entonces». Como la cosa iba bien, cuenta que Jesús decidió hacerse con una de las pastelerías más tradicionales de Jerez, La Holandesa, ubicada de toda la vida en el número 28 de la calle Bizcocheros. «Ahora soy yo quien mantengo ambos negocios», comenta Toñi detrás de un expositor cargado de caprichos de todo tipo. Especialidades en bizcochos, borrachos y dulces de chocolate que hace salgamos huyendo de tanta tentación.

Si se sigue bajando, te encuentras con los grandes bloques grises de Las Torres. Allí el amontillado se va mezclando con el terruño de la albariza. Se hace todavía más seco. Más allá se ven algunas cepas de viñas, y el final de esta larga avenida acaba en la antigua Carretera Nacional. Un polvorín de coches que van disparados de un lado a otro.

Reformas

Por la zona están paseando tranquilamente Marcelino y José, dos tipos con suerte -jubilados- que aprovechan el día para disfrutar del barrio. «Ahora dicen que van a arreglar todo esto. Nos lo han dicho en la asociación de vecinos. Hace falta un buen repaso. Están quitando árboles que, por lo visto, dañaban el acerado. Suponemos que plantarán otra cosa. Naranjos quizá, que perfuman las primaveras y dan cobijo en verano. El caso es que la zona se va revalorizar, y eso siempre es bueno», comenta Marcelino.

José bromea y comenta que, aunque lleva tan sólo un par de años viviendo en Icovesa, conoce bien la zona y está encantado. Después bromean con una chica que está de dependienta en una tienda de alimentación. «Yo creo que esta chica, por las noches, aprovecha para sacarle brillo a las frutas, porque mira qué fulgor tienen las naranjas, las sandías y las berenjenas», bromea. La chica lo mira y le dice que tiene mejores cosas que hacer por las noches que estar con un trapo frotando las pieles de las frutas. Igual lleva razón, pensamos.

El Amontillado es pura vida y puro tránsito. Vino recio jerezano inmortalizado para siempre en esta gran avenida que comienza a las afueras de Jerez para acabar en La Plata.

En la parte central de la avenida se encuentra el Polideportivo Icovesa. Cuando llega la tarde, los chicos se reúnen para jugar al baloncesto. Se escucha el jadeo que provoca tanto salto y tanto bote de balón.

Los jóvenes están ahí, absortos en su juego, sin fijarse en el torrente de vida que transcurre por la avenida. Un chico ha colocado una de tres puntos. Los demás aplauden la gran canasta y el equipo contrario no pierde tiempo para sacar el balón de nuevo por la línea de fondo. Es la parte lúdica de la avenida. «Pues claro que nos encanta jugar y hacer deporte», grita uno de ellos. No pierde el tiempo en contestar preguntas porque el enemigo se ha venido arriba y no se le puede dar tregua.

La avenida del Amontillado tiene forma de curva. Crece por un lado hasta llegar a la zona alta y volver a bajar de nuevo para encontrarte con la Plata o con Las Torres, según sea el sentido de la marcha. Las barriadas se asoman a sus aceras, y la vida sigue fluyendo desde la mañana hasta el ocaso. No podía haber un nombre más jerezano para esta calle. Esencia de Jerez puro para tanta vida.