Opinion

Método Hezbolá

Los acontecimientos de los últimos días en Líbano han venido a demostrar, de nuevo, que ni la más peculiar de las democracias representativas puede asentarse allá donde el Estado constitucional no ostente la exclusividad en el uso de la fuerza. El hecho de que el gobierno libanés decidiera el miércoles pasado privar al partido chií Hezbolá de su propia red de telecomunicaciones y cesar a uno de sus militantes como jefe de seguridad del aeropuerto de Beirut ni puede justificar ni constituye el motivo último de la reacción de las milicias de dicho partido y de sus aliados apoderándose de toda la zona oeste de la capital libanesa.

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En respuesta a las acusaciones del primer ministro Fuad Siniora, Hezbolá negó ayer que estuviera ejecutando un golpe de Estado. Pero el mentís bien podría interpretarse como una cínica matización, toda vez que el contrapoder chií está tratando de forzar con el argumento de las armas una reforma constitucional, un calendario electoral y un nuevo esquema de funcionamiento del gobierno por el cual Hezbolá pueda vetar determinadas resoluciones. La pretendida legitimación social de la milicia chií como el único escudo con el que cuenta Líbano frente a la amenaza israelí ha acabado neutralizando al ejército regular, cuyas unidades han sido meras observadoras de la ocupación de la zona musulmana de Beirut por parte de Hezbolá.

El mismo ejército que se batió de manera implacable y exitosa contra «Fatal al-Islam» ni puede ni quiere enfrentarse a Hezbolá, cuyo status singular condiciona el futuro de Líbano. En un país fragmentado entre distintos grupos políticos que cuentan con sus respectivas secciones armadas, la presencia del activismo chií que, además, representa los intereses iraníes y sirios en Líbano y frente a Israel, constituye tanto una realidad prácticamente inexorable como un factor de desestabilización permanente. Los largos meses en los que el parlamento libanés ha sido incapaz de nombrar un presidente podrían desembocar en un vacío de poder gubernamental definitivo si persiste el despliegue de las milicias de Hezbolá en Beirut, o si esa misma demostración de fuerza conduce al «Ejército de Dios» a hacer valer aun más su contrapoder.