ÉXITO. El álbum del cantante es cuádruple platino en México. / EFE
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Vuelta a los orígenes

Luis Miguel regresa al pop de la mano del compositor gaditano Manuel Alejandro en su dico 'Complices'

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Hay quien busca en sus orígenes el impulso suficiente para seguir la estela en la que comenzó dando sus primeros pasos o bien para reinventarse e investigar nuevas posibilidades profesionales que le aseguren una exitosa trayectoria. Quizás el vástago del cantante y compositor nacido en Cádiz Luisito Rey ha hecho examen de conciencia para regresar al Pop de la mano de otro gaditano, el compositor Manuel Alejandro.

Los gritos de «guapo, guapo, olé, qué guapo eres» del gentío femenino le dieron la bienvenida a Luis Miguel tras su llegada a Madrid. El ídolo mexicano llegó con su nuevo disco bajo el brazo, Cómplices, con el poderío de quien ya ha arrasado el mercado. En apenas cuatro días de venta el disco es cuádruple platino en México y en 48 horas se había encaramado al número dos de las listas en España, hizo notar con satisfacción la casa de discos, Warner Music.

Asalto de la prensa

Recién salido del avión y del taller de planchado, Luis Miguel (Puerto Rico, 1970, nacionalizado mexicano) afrontó impoluto el jet lag y el asalto de la prensa. Fiel a sí mismo y a su imagen de joven galán demodé. Americana azul marino, pantalón gris tobillero, corbata de topos y camisa blanca. Las ojeras camufladas por el maquillaje. La sonrisa, fluorescente. Su nuevo trabajo «es un disco clásico del gran Manuel Alejandro», dijo.

Doce temas inéditos del compositor gaditano, que ha ejercido también de arreglista y coproductor junto con el propio Luis Miguel . Un trabajo a fuego lento con el que parecen saldar una cuenta pendiente. Habían grabado juntos dos temas en discos anteriores, pero faltaba una entrega completa con el letrista por cuyas manos han pasado iconos de la música melódica en castellano como Rocío Jurado, Julia Iglesias, Raphael, Isabel Pantoja, El Puma o Nino Bravo. «En el futuro puede que haya nuevas sorpresas conjuntas».

El resultado de la simbiosis es Cómplices. Una borrachera de amor, desamor, celos, odios, traición y triángulos amorosos, de pasiones intensas que hay que oír «como una película», aseguró el intérprete. ¿Autobiográfica?, le preguntaron. «Eso me lo reservo, aunque hay temas con los que sí me identifico», concedió misterioso.

Ahí se abrió la veda sobre cuestiones personales que Luis Miguel cerró sin conceder ni migajas. Una batalla ganada más en la guerra que mantiene con los medios del corazón.

Sonriente, solvente ante tertulianos de pluma y lengua afiladas, tampoco concedió pistas sobre ideología y sociopolítica. La gira de Cómplices le llevará previsiblemente a Venezuela. Le preguntaron si seguirá el ejemplo de Alejandro Sanz, a quien su sinceridad antichavista le costó los conciertos previstos en el país caribeño. «Yo nunca hago declaraciones políticas. Un artista debe ser apolítico, dedicarse a su arte. Es lo que yo pienso».

Y ahí quedó la cosa. A una de esas reporteras desabrochadas de magacines frívolos que tanto proliferan le concedió dos besos y a otra la dejó con las ganas de un bolero apretao. Para la próxima, bonita.