Desaceleración política
La política también se desacelera, aunque a un ritmo menor que el de la economía, y esa diferencia de velocidades le resulta muy cómoda al Gobierno. Hasta que el PP no resuelva su crisis, el vicepresidente Solbes podrá gestionar el frenazo inmobiliario y sus derivaciones sin verse atosigado por una oposición realmente agresiva. Cuando ayer se conoció el aumento del desempleo en abril, del ámbito popular surgió la voz de su whip parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, para calificar el dato -37.542 nuevos parados- como «desastroso», subrayando además que la cifra total del paro se acerca a los dos millones y medio de personas. (Soraya se pasó un poquito, porque la cifra exacta es de 2.338.510).
Actualizado:Solbes tiene en este gabinete hombres de refresco, y no precisamente Sebatián, que es antiguo en su interés por la política energética, sino Celestino Corbacho, ministro de Trabajo y, por lo tanto, obligado a luchar contra el paro. Lo primero que hizo ayer este ministro, incluso antes de diluir esperanzas en una recuperación próxima del empleo, que no se produciría hasta el segundo semestre del 2009, fue convocar para hoy a los agentes sociales para organizar entre todos -Gobierno, patronales y sindicatos- una ofensiva contra la pérdida de empleo.
El vicepresidente económico reconoció ayer que el desempleo crece a un ritmo mayor del esperado y que este fenómeno se está «acelerando» últimamente. Y como un discreto optimismo siempre acompaña a Solbes, éste añadió que se sigue creando empleo, aunque «a tasas menores» que en meses anteriores. Si el PP no estuviera absorbido por sus problemas internos, y sin que nadie acierte a descubrir todas sus cartas ni quiera adelantar cuáles van a ser sus lealtades, el Gobierno sufriría una ofensiva parlamentaria con datos reales y previsiones verosímiles sobre la situación económica, que tal vez no deba calificarse de crisis o recesión, como pide Solbes, pero que es francamente mala, con la desconfianza empresarial y del consumo a un nivel tan alto como el alcanzado por el pesimismo social.
Aunque el ministro Corbacho se haya movido con presteza, la política se mueve lentamente, desacelerada desde el 9-M por las incógnitas de presente y futuro que en su propio seno ha destapado el PP. El Gobierno se siente cómodo y, si con los agentes sociales se reunirá Corbacho mismo, la Comisión Sectorial de Empleo, compuesta por el ministro de Trabajo y los responsables de Empleo de todas las Comunidades Autónomas, no se reunirá hasta finales de mes o principios del próximo. Una Comisión como esta suele ser más discursiva que resolutiva, aunque sus recomendaciones, por proceder del conjunto territorial del país, merecen la debida atención.
Va a ser dura la desaceleración inmobiliaria, con sus duros efectos colaterales en diferentes mercados, el de la vivienda es un paño de lágrimas y el del automóvil pide árnica al Gobierno, algo, un nuevo plan que anima a dejar en el concesionario el coche viejo, para coger uno nuevo. El Gobierno observa el escenario, estudia y toma medidas, y sonríe mientras esperando que dure la paz parlamentaria, la desaceleración política.