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«A la televisión le ha caído el sambenito de que es mala»
Enríquez interpreta al ambicioso y malvado marqués de Castro en 'La señora'
Actualizado: GuardarRoberto Enríquez se atreve con todo. Metido en la espiral televisión, teatro y cine, el actor vallisoletano está en el reparto del que es el mejor estreno de ficción de la temporada de TVE, La señora, donde su interpretación del malvado y ambicioso marqués de Castro ha calado en los más de tres millones de espectadores que siguen esta ficción ambientada en los años veinte. El que fue el sacerdote de Quart -Antena 3- y el lujurioso Don Juan con el que hace poco se despidió del Teatro Español, compagina estas grabaciones con el rodaje de Gordos, película de Daniel Sánchez Arévalo. A sus treinta años, el intérprete pucelano disfruta y aprende de todos los medios.
-¿De dónde saca tiempo?
-La tele es una esclavitud y con este doblete, mucho más. Pero las cosas han venido así. En verano voy a descansar, necesito parar.
-Todo apunta a una segunda entrega de la serie.
-Parece que en septiembre empezamos a grabar nuevos capítulos. En televisión no se habla de renovación hasta el último momento, pero en el quinto capítulo TVE dio síntomas de que quería continuar porque estaba gustando. Uno cultiva el sano escepticismo porque me he dado unos cuantos tortazos con series que me gustaban y que el equipo defendió a muerte.
«Estoy feliz»
-Tiene a la audiencia de su lado.
-Y estoy encantado. Los guiones son maravillosos, tenemos unos directores de cine y los compañeros son pata negra. Estoy feliz.
-¿Ha recuperado la fe en la tele?
-Nunca la he perdido. Quart fue un trabajo muy importante para mí. Es un medio maravilloso, todo depende de qué hagas y con quién.
-La señora puede ser el empujón para que deje de ser una promesa.
-Sí noto que en la calle me hacen muchos comentarios, todos sobre lo malo que es el marqués. Esto también me pasó con el cura de Quart. No me preocupa. La gente sabe que soy actor, les suena mi cara, aunque no saben cómo me llamo. Y está bien porque lo importante es desaparecer para que aparezca el personaje. Si tienes una imagen pública muy fuerte, puede que no resultes creíble. Mire a Robert de Niro, sus apariciones públicas son contadas, sólo se deja ver cuando está trabajando.
-¿Cómo se ha trabajado a este seductor y malvado aristócrata?
-Con un material de primera: La señorita Julia, de Strindberg. El punto de partida fue qué hubiese pasado si el criado hubiera logrado sus propósitos. Lo que más me gusta del personaje es su ambición desmedida. Es un tipo malo, siniestro, con muchas debilidades, que ama a su mujer y quiere tener un hijo para perpetuarse porque, sin descendencia, no es nadie.
«Somos ambiciosos»
-El marqués es ambicioso ¿y usted?
-Todos los somos en el sentido de que queremos lo mejor. Otra cosa es que, como el personaje, todo fin justifique los medios. Para mí no todo es legítimo, tengo un código ético.
-Hay profesionales que dependen de los accesorios del personaje ¿es usted de ellos?
-Sí. En mi caso son importantísimos los zapatos para saber cómo pisa, cómo se mueve. Muchos compañeros ven La señora y siempre me dicen el empaque que tiene, lo bien que está la ambientación, el vestuario, la peluquería...
-A TVE le está resultando muy rentable mirar al pasado. 'Amar en tiempos revueltos', Cuéntame... y, claro, La señora.
-Los años 20 fueron increíbles. Empezaron los cambios, sobre todo para las mujeres. Estoy harto de que todos conozcamos la minúscula historia de los EE UU, y la nuestra, que es increíble, la desconocemos.
-¿Cree que la televisión está denostada y el cine y el teatro sobrevalorados?
-Funcionamos con muchos prejuicios y vivimos de modas. Alguien suelta que el cine español es una patata y nos lo creemos, y a la televisión le ha caído el sambenito de que es mala. Y no lo veo así, porque he crecido con Los gozos y las sombras y Cañas y barro, entre otras maravillosas series. En la ficción que se hace ahora también hay cosas estupendas y, por supuesto, también estúpidas.