Opinion

Falla la confianza

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

a confianza del consumidor descendió en el mes de abril 9´3 puntos respecto al mes precedente, la más baja desde septiembre de 2004, engrosando la lista de índices corregidos a la baja en los últimos meses y confirmando que la desaceleración gana velocidad y configura un escenario más parecido a una crisis de calado incierto. La coyuntura económica, que en el nivel de las cifras macroeconómicas referidas al superávit público y al crecimiento continúa manteniendo una saludable consistencia, ofrece en cuanta a las economías domésticas el flanco más vulnerable de la desaceleración. Aunque el presidente del ICO, Aurelio Martínez, especulase ayer en la presentación de los indicadores del Instituto con la esperanzadora hipótesis de que las familias «podrían estar equivocadas» en su apreciación del horizonte negativo de la economía, no sería conveniente trasladar impresiones tan subjetivas a la política económica del gobierno. Al menos en tanto que la economía real de los hogares siga sufriendo mensualmente el incremento del Euríbor, el lastre de la inflación y la depreciación del ahorro en bienes muebles o inmuebles, habiendo conducido a la bancarrota a un total de 66 familias que no pudieron asumir sus pagos y deudas en los primeros meses del año al triplicar la cuantía del pasado año. Mientras la coyuntura admita una intervención pública capaz de corregir los elementos más perniciosos de la situación, el actual sería el momento indicado para poner los cimientos que anticipen medidas para amortiguar un empeoramiento de los índices de confianza y, por derivación, del consumo en 2009. La existencia de algunos datos como el buen comportamiento de la cuenta de resultados de las grandes entidades financieras españolas puede contribuir a contrarrestar la percepción negativa del inmediato futuro económico en la mayoría de los hogares españoles; pero será insuficiente si las medidas que va adoptando el gobierno no repercuten de manera visible en el mercado. Y ese efecto aún no se ha percibido en la calle, probablemente porque el alcance de las mismas no guarda la debida relación con el avance de la desaceleración, ni con la actitud de un gobierno que ha dado demasiadas muestras de avanzar a remolque de los acontecimientos.