Gineto de Cádiz
Actualizado:arece que lo estoy viendo cruzar la calle Santo Domingo a las cuatro de la madrugada con su cubo de cinc sostenido en el brazo izquierdo, su gorrita marinera y su chaquetón azul marino camino del muelle pesquero. Cuando lo veía así, con ése vestuario del teatro de la vida real, me imaginaba para mis adentros que la cosa del artisteo andaba mal. Sin apenas hablar caminábamos hacia el muelle ensimismados, pensando en cómo se presentaría la noche. Tomábamos café en el Aguaucho y con el reconfortante calorcito de la destartalada taberna, Gineto regalaba sus primeras sonrisas hablando con todo el mundo, ansiosos por enterarse de sus andanzas por los escenarios. Las ingeniosas ocurrencias de Juan y lo que la gente decía por oírle era muy reconfortante para los sentidos. Apoyado en el mostrador, muy quedamente, con los nudillos hacía compás y de vez en cuando, se arrancaba con un bailecito que levantaba el ánimo de los portuarios. Una noche, mientras esperábamos la llegada de un pesquero, en el cantil del muelle bajo una luna preñada de plata y de poesía apareció Joselito, un chavalito de la Isla que casi a diario frecuentaba el muelle pesquero. Gineto, al verlo, en un arrebato espontáneo, se arrancó con un bailecito por Cádiz y el niño le cantó en la misma orilla del mar, como sólo él sabía hacerlo. ¿Como los ángeles! Fue como las mil y una noches. Joselito, años más tarde, sería Camarón. Gineto recorrió el mundo entero llevando el nombre de Cádiz por bandera actuando en los mejores espectáculos flamencos estelares. La vida no se ha portado bien con él. Pero él siempre fue un hombre bueno, correcto, artista de pie a cabeza y muy ocurrente. Recientemente en la Peña La Perla se le ha rendido un merecido homenaje por su trayectoria artística al cumplir sus 83 aniversarios. ¿Felicidades Juan! Que tu Jesús de Santa María te bendiga. Un abrazo compañero.