Corregir el diagnóstico
Los hogares españoles se han apretado el cinturón de forma drástica según los indicadores del Banco de España cuyos cálculos pronostican que el consumo familiar bajará este año a niveles del 2002 cuando se produjo un fuerte bache posterior al pinchazo de la burbuja tecnológica. La pérdida de confianza de consumidores, comercio minorista y grandes empresarios se ha desplomado a los niveles más bajos desde hace trece años poniendo en evidencia el equivocado diagnóstico que se emite desde el Gobierno, aferrado al concepto «desaceleración». Porque mientras desde el Ejecutivo se barajan medidas de impulso al consumo de «pronóstico reservado», el banco emisor está revisando a la baja todas las previsiones de crecimiento y ya muestra su escepticismo acerca de la eficacia de medidas como el cheque fiscal de cuatrocientos euros. No solamente porque muchos hogares en plena crisis de confianza puedan dedicar esa liquidez al ahorro en lugar de al consumo, sino porque el calado de la crisis y la ausencia de un modelo de crecimiento alternativo al consumo y la construcción, obligan a que la actividad económica descanse todavía, durante años, sobre la capacidad adquisitiva de los 16,5 millones de familias.
Actualizado: GuardarDesde sectores financieros y empresariales se empieza a presionar al gobierno para que corrija su diagnóstico sobre la situación económica tan diferente del que se advierte en los consumidores y las empresas. Esta cura de realismo le permitiría poner en juego un abanico de medidas más adecuadas a la realidad y proporcionar al mercado y al ciudadano la confianza que necesita y el mensaje de que el Gobierno dispone de los recursos y la voluntad de afrontar, sin eufemismos, la crisis.