EL MOMENTO. Los blancos lo celebraron en Pamplona. / EFE
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Épica remontada para ganar la Liga Schuster se reivindica: «Somos justos campeones» La fiesta llegó a Cibeles

Higuaín certificó la conquista del título cuando los blancos, que dieron una lección a Osasuna, jugaban con nueve

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El Madrid volvió a recurrir a la épica y a la casta para proclamarse campeón. Con 10 jugadores durante toda la segunda parte, a siete minutos del final perdía por 1-0, pero en dos minutos, con sólo nueve futbolistas sobre el terreno de juego por la lesión de Heinze, que fue quien provocó el inútil penalti para Osasuna, consiguió los dos goles que necesitaba y certificó la conquista de su 31º título, el segundo consecutivo. Tuvo que ser Higuaín, uno de los principales artífices de la Liga anterior, el que diese el heroico triunfo al Madrid en el difícil campo del Reyno de Navarra. La increíble victoria madridista fue esta vez más que merecida, porque dio una lección a Osasuna en inferioridad numérica tras el descanso y sacó su orgullo cuando lo tenía todo perdido. No quería esperar el Madrid al Barça para cantar el alirón. Prefería adjudicarse el título de forma matemática a lo grande, y como mejor puede saborearse. Con remontada en una recta final trepidante, y con una autoridad absoluta en la segunda mitad.

Jugó mejor el Madrid con 10 que con 11, porque en el primer tiempo Osasuna llevó el partido a su terreno, no permitió jugar al Madrid y no dejó de insistir en busca del gol en la primera parte. Fueron los navarros los que dominaron y obligaron a los blancos a echarse atrás, en un ambiente muy caliente en las gradas, con protestas continuas al árbitro, y sobre el terreno de juego, con excesivas interrupciones en un duelo emocionante pero exento de calidad.

Pese a que Osasuna fue hasta el descanso algo mejor que el Madrid, no tuvo claras oportunidades de gol. Llegaron los 'rojillos' mucho por bandas, sobre todo por la derecha, con un Azpilicueta que hizo sufrir a Heinze, pero no encontraron rematador, pese a los intentos de Portillo, siempre sin puntería. El Madrid, en cambio, pese a que casi siempre tuvo que defender y llegó al área contraria en contadas ocasiones, dispuso de la mejor con un zapatazo de Diarra que tuvo que salvar una mano de Ricardo cuando se llegaba a la media hora de partido.

Con la incansable presión osasunista, ni siquiera pudo el Madrid ralentizar el juego y tocar como hubiese deseado, aunque al menos seguía vivo al conseguir dejar su portería a cero en el descanso. Ya era mucho dado el empuje local y las dificultades que se encontraron los blancos nada más saltar a un Reyno de Navarra que les recibió con pancartas hostiles. Casillas también tuvo que sufrir los lanzamientos de objetos de los radicales de Osasuna al cuarto de hora de partido, lo que provocó el primer aviso del colegiado al delegado de campo, aunque sobre el césped, nunca se aplacaron los ánimos del incansable Osasuna.

Mejor con diez

Con la expulsión de Cannavaro por doble amarilla antes de cumplirse el primer minuto de la segunda parte todo se ponía en contra del Madrid, pero ocurrió todo lo contrario. Osasuna se vino abajo, los blancos se crecieron, espoleados por Sneijder, que se echó el equipo a sus espaldas y siempre encontró los huecos adecuados, y comenzaron a llegar las ocasiones visitantes. Los pamploneses perdieron toda la iniciativa, los balones divididos, y permitió al Madrid, obligado a hacer cambios en defensa para ocupar la plaza de central, a salir de la cueva. Al cansancio físico por el derroche de la primera parte sumaron los navarros el temor ante un Madrid que cada vez que aparecía por las inmediaciones del área creaba peligro.

Aunque las faltas seguían siendo protagonistas, el Madrid ya se encontraba mucho más cómodo y mucho más, después del disparo de Sneijder que pegó en el larguero y asustó aún más al equipo de Ziganda. Era el Madrid el que parecía que jugaba con uno más, porque Osasuna, que no sabía cómo llevar la pelota arriba y sólo podía intentarlo con pelotazos hacia nadie, se sentía desarbolado por la verticalidad y el toque madridista. Solamente se echó en falta más profundidad del Madrid, que jugó casi todo el segundo tiempo en campo contrario pero no tuvo eficacia. Sólo le faltó un gol para salir campeón de Pamplona. El que regaló Heinze a Osasuna con su mano en el área, cuando los locales casi daban las gracias por un empate que se escapó al final para los navarros por el carácter y garra de los campeones. Bernd Schuster también apareció en la sala de prensa con el pelo mojado, tras haber sido bañado en cava por sus jugadores, y vestido con la camiseta del Madrid conmemorativa del 31º título de Liga. «Aquí se ha duchado todo el mundo. No se ha salvado nadie», confirmó el entrenador alemán tras celebrar con sus futbolistas el título en el vestuario del Reyno de Navarra.

«Tenemos muchas ganas de llegar a Madrid, estar con nuestro público, y disfrutar el miércoles, que encima con el Barcelona en casa va a ser una fiesta muy bonita», aventuró Schuster, que en su primera temporada en el banquillo blanco ha conquistado la Liga, aunque ha sufrido dos eliminaciones prematuras en la 'Champions' y en la Copa del Rey. «Es la primera experiencia y espero que no sea la última», apuntó. Cuando se le preguntó al técnico por su mejor momento al frente del Madrid no tuvo dudas: «Me quedo con este. Este es el momento especial, aparte de la llegada a Madrid. Creo que va a haber mucha tormenta en el vuelo de regreso, y en Madrid también. Se va a mover mucho el avión», afirmó.

«Tengo ganas de ir a la Cibeles donde hay un ambiente fenomenal», insistió, que también quiso reivindicar el merecimiento del título: «Nos lo merecemos. El Madrid es justo campeón. Hemos hecho méritos suficientes para ganar esta Liga». Miles de aficionados festejaron poco después de la victoria en Pamplona en la plaza de La Cibeles el título de Liga.

Con gritos de «campeones, campeones», las banderas y bufandas desplegadas y el sonar de las bocinas de cientos de coches, Madrid fue una fiesta madridista.

El dispositivo policial, con más de un centenar de agentes municipales y 70 efectivos de Samur-Protección Civil, incluso se vio sorprendido por el triunfo en el último suspiro del Madrid , ya que cuando Osasuna marcó en el minuto 82 comenzaron a desmontar las vallas para instalarlas de nuevo una vez que el holandés Robben y el argentino Higuaín dieron la vuelta al encuentro.

La espera de los aficionados tuvo que ser larga, ya que el Real Madrid tenía que regresar en avión desde Pamplona y no se esperaba que los jugadores lleguen en el autobús hasta las dos de la madrugada.

Tanto el Paseo del Prado como el de Recoletos, que confluyen en Cibeles se cerró al tráfico y la estatua de la diosa se protegió con unas vallas que lucían el escudo y el nombre del Madrid .

Una pasarela, con la leyenda del trigésimo primer título conseguido, condujo directamente a la cabeza de La Cibeles al capitán Raúl González para cumplir con la tradición y colocarle una bufanda del club y la bandera de España