Cultura

Noticia de un libro conmovedor

Giani Stuparich recrea en 'La Isla' con honestidad y maestría una radical situación humana que nadie puede eludir

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Un hombre enfermo pide a su hijo que le acompañe a pasar unos días, «quizá por última vez», en la isla del Adriático donde nació. A partir de este momento, el autor construye un relato conmovedor acerca de ese fragmento de vida y de tiempo en el que ambos, pa-dre e hijo, se enfrentan al final.

En apenas un centenar de pá-ginas, Giani Stuparich recrea con honestidad y maestría, sin artificios, con eficacia, una radical situación humana que nadie puede eludir.

El punto de vista del padre y del hijo se suceden en el planteamiento narrativo, que, deliberadamente alejado, levanta acta de cuanto hacen y piensan, de la atmósfera vacacional, diáfana y marinera que les envuelve, en contraste con su angustiosa si-tuación personal, con la enfermedad omnipresente, pero en-mascarada.

De esta manera, el relato compone un preciso cuadro de situación en el que hay lugar para la incertidumbre y el miedo, matizado en cada protagonista, para el amor y para la generosidad, a la vez que un repaso, también bidireccional, de la historia co-mún de ambos personajes, de sus relaciones, de sus lazos, de sus recuerdos. No le hacen falta a Stuparich más que breves pinceladas, precisas, agudas, para pintar el escenario.

Escritura tersa

La ternura mutua, sin palabras; las dudas acerca de cómo actuar ante el abismo que se les abre, las lentas horas de los días de vacaciones frente a la implacable cuenta atrás del tiempo de la vida del padre, la espera en la noche, a solas cada uno, en su propia provisionalidad, la esperanza absurda, la identificación del hijo con la situación del padre, la delicadeza de ambos por sobrellevar el trance se suceden en un tono contenido, en una escritura tersa y transparente, que como el agua del mismo mar que cruzan, deja ver el fondo.

Resulta La isla un texto sorprendente, impactante; uno de esos libros que se prenden a la propia biografía, a los que hay que volver y de los que se necesita hablar y propagar.

Espero que el boca a boca le funcione bien a esta nueva apuesta innovadora de una editorial que ya descubrió para el mercado español a autores como Víctor Klemperer (LTI, La lengua del Tercer Reich) o Marisa Madieri (Verde agua).

Su autor

Giani Stuparich es también un hallazgo: nació en Trieste en 1891 y ya ese dato proporciona una interesante connotación, por el carácter literario y casi mítico de esa ciudad, antiguo puerto del imperio austrohúngaro, frontera de la mitteleuropa, tierra de Magris, Svevo, Saba, escenario de Rilke.

Stuparich, de madre triestina de origen judío y de padre istriano, vivió y sufrió su tiempo, primero como combatiente italiano en la I Guerra Mundial, luego como preso en un campo de concentración de las SS.

Derrotado el fascismo, volvió a su vida de escritor, sobre todo de relatos y memorias, y trabajó como periodista para La Stampa e Il Tempo.

Murió en Roma en 1961. Claudio Magris lo evoca en un postfacio también breve y certero. Para él La Isla es «un relato admirable de vida y de muerte, no conjurada sino mirada sin piedad cara a cara». Ni más ni menos.