
Miradas interiores
El nuevo disco de Sun Kil Moon consagra a Mark Kozelek como uno de los mejores compositores e intérpretes contemporáneos
Actualizado: GuardarA pesar de su carácter irritante y confuso -tras su visita a Cádiz hace unos años para actuar en el Aulario La Bomba dejó más de un enemigo-, Mark Kozelek (Massillon, Ohio, 1967) es la cara más elegante del slowcore. Para un género caracterizado por su oscuridad subterránea empañada por sonoridades de bajo coste, unos discos como los suyos, determinados por la cristalina presencia en primer plano de su aseada guitarra y su voz de timbre tierno, son casi una rareza. Otra cosa es el contenido lírico, ahí si que no se evade a la hora de contar vicisitudes emocionales de contornos negativos, autobiográficas o imaginadas, limítrofes con la desesperación y aciduladas por el escarmiento.
Su primera encarnación artística, Red House Painters, encontró rápida conexión con una generación cansada de la euforia ficticia en la que fue educada. La sobreabundancia de bienes materiales termina enlazando con la interiorización cuando hay hastío o descontento. Discos como Red House Painters I (1993) o Ocean Blue (1995) suenan hoy aún frescos. Con su pasmosa y natural sencillez, mantienen intacta su capacidad para rellenar huecos e iluminar espacios cerrados. Se recomienda la relectura de la obra de un grupo -con el soberbio doble recopilatorio Retrospective (1999) se facilita la tarea- que supo escalar posiciones desde el sótano de la desdicha hacia la desolación exterior con más elegancia y dinamismo de lo acostumbrado por aquellos días.
Tras el cierre del capítulo Painters, Kozelek se enfunda la piel de cantautor y, volviéndose aún más íntimo, inicia una carrera en solitario alimentada de estrafalarios caprichos -What's Next To The Moon (2001) lo conforman versiones folkys de canciones de AC/DC- antes de desembocar en un nuevo proyecto de destacado calado acústico llamado Sun Kil Moon. Con la mirada y el espíritu más altos, en el debut con su nueva banda, Ghosts of the Great Highway (2003), Mark Kozelek se muestra más controlado en sus descensos hacia los infiernos interiores y con una actitud menos hosca que confluye hacia canciones de estructura menos dilatada.
Tras el paréntesis de Tiny Cities (2005), un álbum dedicado por entero al grupo Modest Mouse, llega ahora April (Caldo Verde-Junk), un decidido paso hacia adelante de Sun Kil Moon en el que se combinan párrafos de conclusión limitada con capítulos más extensos en los que se da cabida a la expresión libre de cronometraje y al juego entre arreglos melódicos y armónicos complementarios: un fructuoso acuerdo entre atmósfera y músculo, donde los bucles prolongados de guitarra actúan de sugestivo vocabulario frente a las pautas rítmicas serenas pero densas que gobiernan la mayoría de los cortes. Las colaboraciones vocales de Wild Oldham y Ben Gibbard (Dead Cab For Cutie, Postal Service) ayudan a completar un cuadro de paisaje sonoro frondoso y vívido, a pesar de su minuciosa desnudez.