«Este negocio ha dejado de ser rentable»
La limitación de espacio que exige Costas trae de cabeza a los propietarios y aseguran que las restricciones provocarán la ruina al sector
Actualizado:Algunos deben enfrentarse a sanciones económicas de hasta 8.000 euros por haberse excedido el pasado verano en la superficie máxima (150 metros cuadrados en arena), que la ley de Costas les otorga. Es el caso del chiringuito La Loma de Chiclana, situado en la urbanización del mismo nombre, y cuyos propietarios aseguran que han «recurrido esta multa por todos los cauces posibles».
Mientras tanto, a escasos ochocientos metros de litoral más al sur, en la misma playa de La Barrosa, la segunda pista acoge ya los trabajos de montaje de otros chiringuitos autorizados por la administración competente.
José Ramos es el responsable de uno de ellos, El Caserón de La Barrosa. Con dos años aún de concesión por delante para montar su negocio en temporada alta, este empresario augura malos tiempos para el sector.
«Estos negocios en las playas han dejado de ser rentables por culpa de los dichosos 150 metros cuadrados. Así no ganamos clientes. Nosotros sin ir más lejos, el verano pasado, nos pasamos en 12 metros y nos obligaron a recortarlo», se lamenta.
Ubicado en plena arena, a pocos metros del mar y con unos servicios y exigencias legales «como si fuésemos a construir 1.500 viviendas», José Ramos considera que «el espacio para un negocio de este tipo nunca es suficiente». Él, como otros propietarios de chiringuitos gaditanos, se queja del «montón de papeles y proyectos técnicos que nos pide Costas, aunque «nuestros locales sean de montar y desmontar en ocho meses como mucho», apunta. A los clientes de este chiringuito les quedan aún dos semanas por delante para que les atiendan convenientemente; abrirá sus puertas hasta el mes de septiembre, «según el tiempo», asegura este empresario de hostelería. Haciendo cálculos, a los propietarios cada año que pasa les interesa menos afrontar una inversión «de más de 12.000 euros sólo para el montaje y el desmontaje del chiringuito» en las playas.
Es por ello que tomarse una cerveza fresquita en bañador y a pie de playa será cada día más complicado y podría pasar a ser todo un privilegio a medio plazo.
De momento, las playas gaditanas resistirán un año más los exigentes criterios de ocupación y cuidado del entorno que marca la ley en el dominio público, pero los encargados de poner en marcha estos negocios barruntan una temporada complicada. «Si los clientes y el nivel de gasto sigue como en invierno, mal vamos», asegura el propietario de El Caserón de La Barrosa. Su opinión es generalizada entre la mayoría de empresarios en Cádiz. Como muestra, un botón. Sólo en Chiclana abrirán este verano al público una veintena de locales en el paseo marítimo, que tendrán una ubicación con menos trabas y más posibilidades. En la arena, y bajo dominio de Costas, sólo abrirán media docena de chiringuitos, que se han convertido casi en una especie en extinción.