Almodóvar conoce el secreto
El maestro elogia la capacidad del cineasta de transmitir la cultura española sin caer en el cliché
Actualizado:Para Mckee, hay un gran problema en el cine europeo, que le ha hecho alejarse de esa «edad de oro» que vivió entre 1945 y 1970 con grandes nombres como Buñuel: «Todos los países de Europa tienden a hacer películas que no viajan». En su opinión hay dos tendencias que perjudican la internacionalización de las creaciones del continente. «Por un lado, algunos miran hacia sí mismos, cierran los ojos a la ventana del mundo y hacen una película para dentro de sus fronteras; y otros hacen filmes imitando a otras culturas, como la hollywoodiense, y entonces el resultado es una cinta no sincera, que el mundo no está interesado en ver porque no es algo honesto», explica el 'rey' del guión.
Sin embargo, hay excepciones y, en España, Mckee resalta una con dos Oscar en su haber. «Almodóvar es el único cineasta español más internacional porque se conoce muy bien el secreto». ¿Y cuál es? El maestro lo desvela. Para él, una película que se quiera ver en cualquier rincón del mundo, y el director manchego lo consigue, tiene que contar con dos características. A saber: primero que sea «culturalmente específica a esa cultura que representa, que sea verdadera y honesta». «Si ves una película de Almodóvar dices: 'esto no se podía haber hecho en ningún otro sitio más que en España'», señala Mckee. Y segundo, que refleje el carácter humano universal. «El espectador descubre su propia humanidad, sus propios rasgos humanos en esos personajes que se le presentan y a través de ellos vive su propia humanidad», resalta el célebre guionista.
Por ello, Mckee aconseja a los escritores nacionales (ha dado clases en Barcelona, Madrid, Pamplona y Málaga) que dejen de pensar en «clichés españoles, que no se centren en estereotipos, e intenten buscar la humanidad dentro de los personajes». «Eso hará -continúa- que seas o no un gran guionista».
Por lo demás, asegura que no existen recetas mágicas para el éxito. «Parece que hay un deseo de querer reducir el guión o la historia a una simple fórmula que se pueda aplicar, pero no existe tal fórmula», afirma.
No hay fórmula, «pero sí una forma», de la misma manera que la hay «para convertir un ruido en una música agradable». Y en esa forma, añade el maestro de la Meca del cine, «hay flexibilidad, variabilidad y un componente muy misterioso».
Reescribir
No obstante, hay un consejo que siempre da a sus alumnos: una vez que se ha escrito el guión o el libro, hay que reescribirlo. Algo que declara que él mismo aplica a su trabajo. «La verdad es que es horrible, nunca se acaba. Cada vez que envío un guión a un director o productor, me pongo otra vez con otro guión nuevo. Le pasa a todos los artistas, es una especie de comportamiento obsesivo compulsivo», confiesa. Por su insistencia, entre otras cosas, afirma tajante que de un buen guión suyo nunca ha salido una mala película. Pero asegura que hay otro fenómeno más común entre los guionistas: «Lo más probable es que partamos de un guión mediocre y que, a medida que atravesamos todas las etapas del proceso de producción, se vaya perfeccionando».