ESPERA. Johnson hace ejercicio por una calle de Londres.
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Boris Johnson, político o farsa

El hombre que anoche se perfilaba como alcalde de Londres provoca filias y fobias por igual

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Para los espectadores de ¿Tengo noticias para usted?, un programa satírico de la BBC, Boris Johnson es un tipo muy divertido. Para Paul Bigley, hermano de un británico asesinado en Irak por sus secuestradores, el favorito para la Alcaldía de Londres es «un imbécil egoísta y pomposo».

Johnson, de 43 años, divide a los británicos. Quienes le han visto en programas de televisión, con su aire y habla desordenados, creen que es una parodia excéntrica del hombre británico de clase elevada. Gente de su partido, como Simon Heffer, periodista conservador, lo describen con términos más duros. «Johnson no es un político, es una farsa».

Heffer lo describía así ayer, cuando el largo recuento le daba como favorito, en el semanario 'The Spectator', que Johnson dirigió antes de comentar a un amigo que dejaba el periodismo por la política «porque a los informadores no les levantan estatuas».

Como director del semanario conservador, Johnson tuvo que viajar a Liverpool y pedir disculpas porque había criticado a los habitantes de la ciudad, que habrían mostrado, tras el asesinato del secuestrado Bigley, un exceso de sentimentalismo.

Antes de ser famoso, se educó en Bruselas y en Eton, perteneció en Oxford, junto a David Cameron, al Club Bullingdon, formado por estudiantes que se reúnen en un gamberro y alcohólico banquete en algún restaurante que recordará con pesar su paso y afortunados por poder pagar 5.000 euros por el uniforme del club -frac, solapas de color marfil, chaleco de color mostaza, botones con monograma individual- y fue despedido por The Times por inventarse una cita.

La fama le llegó como corresponsal del Daily Telegraph en Bruselas en el momento álgido del euroescepticismo británico. Se había educado allí, donde su padre trabajó para la Comisión Europea. El corresponsal que, en sus tiempos de Oxford se declaraba socialdemócrata, era el adalid de los eurófobos.

Mal compañero

En aquella época, su amigo Darius Guppy, que era investigado por un fraude de seguros, por el que fue finalmente encarcelado, le llamó para pedirle la dirección de un periodista que investigaba el caso y al que quería intimidar. Johnson se la dio tras preguntar lo que le ocurriría al colega. Algún ojo morado, alguna costilla rota, le dijo Guppy. Johnson le dio la dirección.

Desde entonces, su progreso hacia la inmortalidad estatuaria es notable. El ex líder conservador, Michael Howard, le despidió del Gobierno en la sombra tras mentir sobre un romance adúltero, pero su amigo Cameron le lanzó como candidato a la Alcaldía de Londres. La gran victoria de los conservadores de David Cameron en las elecciones municipales de ayer parecía sellarse, a última hora de la noche, con la conquista de la Alcaldía de la capital por Johnson. De confirmarse, todo puede empeorar.