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A clase con la ministra
El aire acondicionado hizo estragos en una sala a rebosar, mientras Magdalena Álvarez se quedaba afónica entre pañuelos de papel
Actualizado: GuardarUna representación de padres del San Felipe Neri se encargó de dar la bienvenida ayer a los altos cargos gaditanos que se dieron cita en la sede del PSOE, entre la plaza de San Antonio y la calle Ancha. Expectación fuera y más expectación dentro. Demasiada gente concentrada en la sala de Prensa Alfonso Perales para escuchar de cerca y muy de cerca -como sardinas en lata- a dos ministros de peso del Gobierno de Zapatero -Bibiana Aido falló por enfermedad- y a un consejero. El resto de cargos no pudo hacerse la foto porque simplemente no cabían en la sala. El primero en dar la pincelada de humor negro fue el titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que tras comprobar la fuerza del aire acondicionado pidió que se bajara, «porque estamos a punto de la congelación». La idea fue buena, pero minutos después, el grado de sudoración de las casi cincuenta personas que había metidas en la sala de prensa era más que evidente. Las mejillas del consejero de Empleo, Antonio Fernández, comenzaron a brillar.
Pero la estrella indiscutible de la sesión fue la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que harta de que los periodistas pongan los titulares que les da la gana, se encargó de ofrecer lo mejor de su repertorio para evitar malas interpretaciones de la prensa. Apareció por la calle Ancha vestida a imagen y semejanza del Nazareno de Santa María. Lucía un traje de chaqueta ajustado de color morado como la túnica del Gran Poder de Sevilla. Magdalena venía a Cádiz con la lección aprendida y sabía perfectamente que los dos temas de su chuleta gaditana no eran otros que el segundo puente y el AVE. Sin embargo, las preguntas más comprometidas sobre fechas de obras y proyectos atascados las respondió con la misma espantá que pegaba Curro Romero cuando se negaba a destapar el tarro de las esencias en la Maestranza.
El mérito de la ministra estuvo ayer, entre otras cosas, en la explicación didáctica y, sobre todo, pedagógica que dio sobre el complicado proceso administrativo que sigue un proyecto de infraestructuras. «Primero se redacta el proyecto, luego se hace el informe, se presentan las alegaciones, se avalúa su impacto ambiental, se somete a exposición pública, se hace el proyecto definitivo.... licitación y adjudicación de las obras». Fue como estar en Barrio Sésamo. La ministra fue perdiendo la voz poco a poco mientras su resfriado iba acelerando la utilización de pañuelos.