Saurios
La Primera emitió en la noche del miércoles, víspera de puente festivo, una película para todos los públicos (para todos los que aguantaran hasta tan tarde, porque acabó de madrugada): 'El mundo perdido', una producción británica dirigida por Stuart Omer sobre una novela de Arthur Conan Doyle. Cuenta la peripecia de un equipo de científicos que encuentra en la selva del Amazonas una región poblada por saurios y homínidos, como en una reserva donde se hubieran acumulado, vivos, los distintos capítulos de la evolución de las especies.
Actualizado:Esta producción ya la habíamos visto antes en pantalla no menos de tres veces, y en distintos horarios; es una película realizada expresamente para la televisión, con intérpretes muy eficaces (Bob Hoskins, James Fox, Peter Falk), una puesta en escena correctísima y efectos especiales aceptables. Respeta bastante el original literario, aunque le añade sal femenina y le cambia el sabor a algunos personajes; en lo demás mantiene el espíritu que Conan Doyle quiso dar a su relato, que es una mezcla bastante desbocada de ciencia-ficción, fascinación por lo exótico, darwinismo y espiritualidad extravagante.
Estos rasgos no deben extrañar. Conan Doyle escribió 'El mundo perdido' en 1912, y aquella era una época muy dada a semejantes combinaciones. Por un lado, en los ambientes científicos era cosa común la discusión acerca del darwinismo, vigente desde medio siglo atrás. Por otro, en los círculos más o menos semi-ilustrados ya había hecho furor el espiritismo: el químico Crookes había tratado de aplicar el método científico a los fenómenos parapsicológicos. Nace entonces un tipo de científico muy peculiar, muy característico del tránsito entre los siglos XIX y XX: negador radical de la teología, pero dispuesto a comulgar con cualquier fenómeno extravagante.
Conan Doyle, médico de aptitudes más bien mediocres, pero hombre de ciencias al fin y al cabo, pertenecía a tal género de personas. Esa obra suya, 'El mundo perdido' (que dio lugar a una interesante saga: la del profesor Challenger) está teñida de aquella combinación singular de cientifismo y espiritualidad a la carta A eso hay que añadir, en el plano literario, la atención al escenario prehistórico, que es una rama muy propiamente moderna de la literatura: la iniciaron los hermanos Rosny hacia la misma época y dejaron cosas tan notables como 'La guerra del fuego' (1911), llevada al cine en los años ochenta por Jean-Jacques Annaud.
Hoy la nostalgia del saurio o la fascinación por el pre humano son cosa cotidiana. Sin duda se trata de un rasgo característico de nuestra civilización. La película de TVE 1 sirve para recordar que en esta pasión, tan problemática, Conan Doyle fue uno de los grandes pioneros.