opinión

Ibarretxe le sobra al PNV

El PNV necesita sacar a Ibarretxe del atolladero en el que se ha metido pero, eso sí, sin desautorizarle públicamente. De ahí que Urkullu envuelva en un lenguaje innecesariamente duro sus mensajes a Zapatero, como queriendo decir que habla desde su afinidad al lehendakari. Al referirse a un posible «choque de trenes» entre los dos gobiernos, de Vitoria y de Madrid, el presidente del EBB parece situar a Ibarretxe en la máquina del tren vasco. Y como el lehendakari parece deseoso de tropezar dos veces en la misma piedra, o de estrellarse dos veces contra el Parlamento español, insiste en que su hoja de ruta contempla la celebración de una consulta al pueblo vasco, saltándose la Constitución. La portavoz Miren Azkárate del Gobierno de Vitoria transmitía ayer la obsesiva estrategia de la hoja de ruta que esgrime el lehendakari.

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En Bilbao prospera desde hace semanas la idea de que hay que hacer algo.

No debe el PNV desautorizar a Ibarretxe, pero ningún observador ignora que hasta en medios del EBB se le va a desautorizar discretamente y, de hecho, ya se le estaría desautorizando. Las arremetidas de destacados dirigentes nacionalistas contra el Gobierno tripartito de Vitoria no sólo subrayan lo que de inanidad política tendría el esfuerzo de prolongarlo sino que además reflejan el imborrable recuerdo y la nostalgia que mantienen amplios sectores del PNV por las viejas coaliciones con el PSE/PSOE. Tibiamente y con cierta medrosidad política, peneuvistas y socialistas están empezando ya a consensuar estrategias municipales en contra del radicalismo filoetarra, sin demasiado éxito de momento.

Urkullu tiene la ventaja sobre su antecesor Imaz de que puede sacarse de la manga cualquier iniciativa política sin que se vea instantáneamente calificado de pragmático/pactista o de soberanista sabiniano. Y como ningún dirigente, del PNV se desprende del doble lenguaje que todos los nacionalismos manejan, Urkullu se dirige a Zapatero con cierta petulancia admonitoria mientras intenta conseguir que el presidente del Gobierno central dé su visto bueno al acuerdo que pudiera y debiera sellarse entre los socialistas vascos y el PNV. Se trataría de un acuerdo que, sin traspasar los límites de la ortodoxia constitucional, facilitase a Ibarretxe la salida del atolladero en que se ha metido o permitiese al EBB sacar al lehendakari del atolladero sin demasiadas contemplaciones.

Ibarretxe tendrá garantizada la protección unánime de su partido mientas siga pendiendo sobre su cabeza un juicio por haber dialogado con dirigentes de la ilegalizada Batasuna, situación en la que también se encuentran los socialistas Patxi López y Rodolfo Ares. Con ellos serán juzgados también, si no lograra evitarse, cuatro o cinco miembros de Batasuna, pero «no por haberse dejado dialogar» sino por ser ilegales y actuar como si no lo fueran.

Pero lo que pesa actualmente en la política vasca es el resultado de las últimas elecciones generales, mucho más que el de las locales y europeas anteriores, que tampoco fue bueno para el nacionalismo.