La estrategia del vagabundo
Hemos entrado de lleno en la crisis económica. Estamos en esa fase que los estrategas denominan técnicamente el medio juego. En el argot estratégico, el medio juego es ese momento en el que se produce el clímax del enfrentamiento; cuando se decide una batalla. Lo fundamental, una vez que se ha entrado en el medio juego, es tomar y dominar lo que se llama el centro del conflicto. En el caso del ajedrez éste sería el centro del tablero y en una batalla, la colina. El que domina el centro tiene una gran ventaja competitiva y probablemente ganará. En economía, el problema es mucho más complejo. Normalmente las partes no se pueden posicionar sobre el centro porque éste está oculto. Y es que, en economía, aunque parezca una contradicción, las cosas pueden ir bien y mal al mismo tiempo y a menudo no se sabe si una causa ha seguido a un efecto o el efecto a la causa. Dice un amigo mío que la economía es la ciencia del diablo, que está pensada para que no se entienda y que si se entiende es que no se ha interpretado bien. En economía, la ventaja competitiva la obtiene el primero que descubre cuál va a ser el centro sobre el que va a pivotar la crisis. Porque el que antes lo tiene claro, es el primero que se prepara para el futuro. Los últimos acontecimientos nos permiten ver cada vez más claramente cuál va a ser este centro. Cuál va a ser la clave para salir triunfante de la presente crisis. De entre todo lo acontecido me parecen especialmente destacables las siguientes premisas:
Actualizado: Guardar1.- La banca española esta demonizada. Ha corrido el rumor en los mercados de que la banca española está herida tan gravemente como la norteamericana. Como consecuencia, nadie les presta dinero. No se consigue dinero en el interbancario. Sólo lo consiguen, a corto plazo y caro, en el BCE y, por ende, como no lo tienen, no lo pueden prestar. A esto hay que sumarle, y esto es nuevo, el estudio dado a conocer el otro día por el BCE que afirma que sólo han aflorado el 20% de las pérdidas sufridas por las entidades financieras europeas. Es decir, que quedan por hacerse públicas el 80% de estas pérdidas. Ellos también suponen que esto puede implicar, antes de que todo termine, la quiebra de algún banco europeo, probablemente español. Por tanto, lo peor de la crisis está por llegar.
2.- Nunca volveremos a ver en España tipos de interés que ronden el 2%. En los últimos años el interés real del dinero, descontando la inflación, era negativo. Era mejor estar endeudado que no estarlo. Los viejos tiempos han pasado. El Euríbor no va a bajar. El BCE ha declarado expresamente que no van a bajar los tipos. Teme que la inflación alemana, que está subiendo, se dispare. Seguramente a partir de ahora nos debemos acostumbrar a que los tipos de interés estén siempre por encima de la inflación. Esta subida de precios de las hipotecas, entre otras muchas consecuencias, va a tener una que a mí me parece fundamental: en España en el futuro la gente preferirá, como en otros países de Europa, alquilar en vez de comprar ¿Cuánto tiempo durarán los tipos altos? Pues probablemente para los próximos 15 años. Con lo cual, toca acostumbrarse.
3.-Sonría, porque lo peor está por llegar. Estamos en la mitad del tobogán y acelerando. Llevamos unos meses viendo cómo los economistas intentan seguir con sus correcciones a la realidad económica, pero ésta se muestra tozuda y cada vez que hacen una corrección la realidad económica se les vuelve a escapar. Probablemente veamos, en los próximos dos años, que el crecimiento económico se estanca y llega hasta el 0,5% y que, como consecuencia de lo anterior, volvamos a alcanzar el millón de parados.
4.- La crisis no será corta. Nos quedan aún dos años de travesía por el desierto. Tocaremos fondo a finales de este año. ¿Cuánto tiempo nos quedaremos allí? No se sabe. Sólo se puede desear que una vez que rebote la economía lo haga con vigor. Los economistas temen lo que llaman el rebote de gato muerto, es decir, que la aplicación de todas las medidas que se están tomando tengan un efecto positivo puntual, tras el cual el mercado se desplome y se estanque por un largo periodo de tiempo.
Estas cuatro premisas nos permiten concluir que la clave está en la financiación. No en el consumo, el empleo o la exportación sino en la capacidad financiera de la empresa. Esto es obvio, pero dicen que el diablo se esconde en los detalles y deja entrever una serie de matices, no tan obvios, en los que está lo verdaderamente importante:
CAMBIAR DE BANCO. No todos los bancos tienen la misma liquidez. Ahora es más importante estar con un banco que tenga dinero que con otro que ofrezca tipos baratos. Va a ser más importante la cantidad de crédito que pongan a su disposición que la calidad del mismo.
CAMBIAR DE PROPIEDAD A ALQUILER. Va a pasar como en Alemania. Con la financiación tan cara y complicada es preferible alquilar que comprar. Como consecuencia, los precios de los alquileres van a subir bastante en el futuro, por lo que las empresas que empiecen a alquilar antes tendrán una ventaja sobre las que entren en esa dinámica más tarde.
Hay que esperar dos años de crisis, pero prepararse para cuatro. En conclusión, para aguantar bien esta crisis hay que ser como los vagabundos: pies ligeros y poco equipaje.
Por último, me gustaría terminar con una nota de esperanza. Y es que ya hay muchos economistas que ven en las acciones tomadas por la Reserva Federal en Estados Unidos el principio del fin de la crisis. La Reserva Federal ha actuado sobre el banco Bearn Stearns inyectando el dinero suficiente para que este banco no quiebre. Aunque algunos puristas librepensadores critican ya que eso no es otra cosa que la nacionalización encubierta de un banco, esta acción ha tenido un efecto enormemente positivo. Ha lanzado un claro mensaje al mercado de que la Reserva Federal no permitirá que quiebre ningún banco de Estados Unidos. Esto ha tranquilizado a los americanos, preocupados por el depósito de sus ahorros y ha tenido por fin un efecto positivo en bolsa. Es la primera victoria contra la crisis. Esta victoria, como dijo en su día Churchill una vez ganada la batalla de Inglaterra, no es el fin, ni siquiera es el principio del fin, pero probablemente sea el final del principio de nuestro problema.