Un señor con derecho a disfrutar
La primera vez que lo conocí como entrenador fue al frente del Numancia, humilde equipo de Segunda B. Un conjunto que todos conocimos por hacer la hombrada de jugar los cuartos de la Copa del Rey contra el Barça. Aquel espigado extremo izquierda del Logroñes, al que yo conocí por los cromos, dijo entonces una de sus lapidarias y sabias frases: «Acordaros que a vuestros hijos les contaréis que habéis jugado en el Camp Nou». Eran los inicios de aquel Numancia, del que sólo sabíamos que jugaba en Segunda B y tenía un estadio con el simpático nombre de Los Pajaritos, donde los futbolistas y los pocos que iban se quedaban helados con el pragmatismo de Lotina. Entre ellos un tal Raúl, al que ahora conocemos por sus reportajes en Fiebre Maldini.
Actualizado:Aquel equipo siguió creciendo y Lotina creció con ellos y, gajes del destino, fue a parar a un equipo gallego. En este caso el eterno rival del equipo al que actualmente entrena, el Celta de Vigo, al que llevó a una de sus mejores noches (7-0 al mítico Benfica en Copa de la UEFA).
A pesar de ser seguidor acérrimo del Athletic tuvo la profesionalidad de entrenar a la Real Sociedad. Lotina ya sabía lo que era coquetear con el descenso en su paso por el Espanyol, pero esta vez no pudo salvar a un equipo que ya estaba desahuciado. Fue una nueva muesca de entrega y valentía para su revolver.
No le dolió tanto entrenar a la Real Sociedad como los insultos que recibió este mismo año por tres indeseables reconocidos que se sientan detrás de los banquillos del San Mamés. Oídos sordos para palabras necias.
Una de sus últimas genialidades se la escuche tras ganar al Sevilla. Un periodista le preguntó por un futbolista que acababa de ver la quinta amarilla. «Déjame disfrutar de este momento que ya pensaremos en el siguiente partido». Ahora le pisa los talones al Sevilla y a los puestos UEFA. Tiene derecho a disfrutar.