África está de cine en Tarifa
E l Festival de Cine de Tarifa alcanza, durante esta semana, su quinta edición. No deja de ser un milagro, porque la ciudad sigue sin tener una sala de exhibición cinematográfica propiamente dicha, en espera de que concluya la restauración del teatro local. Así que Mane Cisneros, la directora de este certamen heroico, ha tenido que recurrir a locales alternativos para que esta iniciativa fuera posible. Cuenta con cómplices, desde luego: al margen de un sinfín de voluntarios locales, articulados a través del Centro de Divulgación Cultural del Estrecho Al Tarab, que es el promotor de esta aventura, cabe destacar el papel de la delegación municipal de Cultura del Ayuntamiento tarifeño que suma esfuerzos con Cajasol, Casa Árabe o la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), entre otras entidades para poner cada año en hora esta ya ineludible cita con el cine del sur. Aquí, la pantalla grande sirve, en palabras de la directora del FCAT, como una «herramienta de comunicación fundamental para dar voz a los que no la tienen». En este caso, África, cuya silueta deja ver el poniente a once millas de distancia de las costas de Tarifa.
Actualizado:Desde el pasado 25 de abril hasta el próximo domingo, la programación del Festival habrá incluido la proyección de 94 películas englobadas en tres secciones a concurso y seis fuera de concurso, en VOSE. Pero, como en el espíritu original de los Alcances gaditanos de Fernando Quiñones, el Festival de Tarifa es mucho más que un festival de cine: hay conciertos musicales como el del grupo africano Sinp Al-Maqam, o tocatas de DJ étnicos como Ricardo de Castro, el vocalista isleño de Contradanza, o mesas de debates y encuentros con un centenar de invitados entre quienes figuran directores, productores y actores, dos exposiciones fotográficas, una de las cuales recoge una selección de Photo-Africa, que reúne obras de 28 autores de 17 países africanos, presentadas al concurso organizado en colaboración con el Centro Andaluz de Fotografía: lo ganó el maliense Harandame Dicko por una escalofriante obra sin título. Pero también cabe una exposición de graffiti, que reunirá a grafiteros marroquíes y andaluces Asilah-Tarifa. Ciudades Espejo organizado en colaboración con la Fundación Tres Culturas.
Eloy Azorín inauguró el festival que este año ha contado con otro padrino ilustre, el cineasta sevillano Benito Zambrano que aseguró que la continuidad de este encuentro «tiene que ser un milagro de Alá, Buda y de todos los dioses que las instituciones sigan apoyando el festival».
En esta ocasión, el cine nos viene hablando de cinematografías habitualmente desconocidas en nuestro país, a través del celuloide llegado para la ocasión desde Argelia, Marruecos, Egipto, Túnez, Costa de Marfil, Camerún, Ruanda o Senegal. Las proyecciones se han dividido en nueve secciones de las cuales, tres son oficiales: El sueño africano, para trece largometrajes de ficción; Al otro lado del Estrecho, en la que concursan doce documentales; y África en corto, con diez cortometrajes.
Además de estas secciones oficiales, la edición 2008 de FCAT viene incluyendo la proyección de producciones españolas que centran su atención sobre África, pero también sesiones de animación una retrospectiva sobre cine reciente en el Magreb y, de nuevo, el Espacio escuela, donde vuelven a convivir estudiantes y docentes de ambas orillas del Estrecho. Pero el festival no terminará el domingo: cuando cierre sus puertas, la organización llevará las películas a los lugares donde Andalucía sigue sabiendo a África: a los invernaderos del Poniente almeriense, a los campos de la fresa en Huelva o a los olivos de Jaén, donde los aceituneros altivos ya no hablan necesariamente la lengua de Miguel Hernández.