Cartas

Germán García Ferres en el Ateneo

Comenzar a describir la personalidad de Germán, es imposible si de verdad no se conocen los límites de Soria con Cádiz o pausadamente, no se ha tomado con él un pequeño sorbete de un canasta.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Recuerdo que nos lo hemos tomado no hace mucho tiempo junto a mi estudio. Como si estuviéramos en el 869, en plena conquista árabe, con Solimán ben Abús.

Germán, gaditano, abogado, soriano y con la amistad entre los dedos en la sonrisa de un apretón de manos.

Si en Cádiz hubo fenicios, en Soria estuvieron los romanos. He tenido la suerte, la magnífica suerte de describir con mis ojos los límites de Castilla, la llevo en mi sangre. Al norte, bueno casi al norte, Zamora y al sur, muy cerquita de nuestros aromas: Cádiz. En el centro Soria.

En un libro de armas se narra que cuando Alfonso VII, el Emperador, reedificó Soria se descubrió una piedra con un signo grabado que recordaba a una S, la cual se añadió al castillo de «oria» y dio la actual voz a Soria.

Cádiz y Soria tienen mucho de común: La ancha Castilla sin límites de horizontes haciéndole requiebros a nuestro mar Atlántico de color y calor; sus calles estrechas y balconadas llenas de miradas como nuestra calle Ancha o Colmuela.

En su reconquista, Soria, había muchos Alfonsos desde Alfonso I, el Batallador; hasta Alfonso VIII y en Cádiz: Alfonso X, el Sabio.

Los judíos, gracias al comercio, hicieron de Soria una ciudad importante, lo mismo que los comerciantes de hoy de los barrios del Pópulo, Santa María o el Mentidero. Historias del ir y devenir de nuestra ciudad mirando siempre hacia la creatividad de empresas u otros objetivos para hacer de Cádiz una ciudad con futuro.

Describo estas palabras con la imagen de un dibujo, un poco especial en el trazo de un perfil que es digno de merecer junto a mi abrazo por la entrada en nuestro Ateneo y a los buenos amigos que encontrará en estos 150 años de existencia.

En julio celebramos esta efeméride de la mano de Ignacio Moreno, hombre que ha sabido compaginar la esencia de la solidaridad, cooperación, democracia, entre todos los ateneístas.

Germán, un excelente profesional en la abogacía, especialista en urbanismo, cadista, socio para más seña, sufridor los domingos con nuestro Cádiz y las alegrías de los triunfos junto a los del Numancia.

Desde aquí las gracias por los tres puntos que nos «dieron» hace dos semanas y mis felicitaciones por que ya están de nuevo en Primera División.

Germán, como decía anteriormente, un gaditano por vocación y nacimiento; por sus venas, corre la magia de nuestra tierra, el punto de buena conversación y por supuesto la lealtad en su amistad. Ya lo hereda de su madre, Coti, soriana de Machado y de Leonor junto a su Duero.

¿Primavera Soriana primavera humilde como el sueño de un bendito, de un pobre caminante que durmiera de cansancio en un páramo infinito! ¿Campillo amarillento, como tosco sayal de campesina, pradera de velludo polvoriento donde pace la escuálida merina! ..., o las olas, salpicaduras de aguas en el toque a la guitarra en el recuerdo de su padre: don Juan García Ferres.

Mis ojos en el espejo

Son ojos ciegos que miran

los ojos con que los veo

En esta extraña presentación entre la palabra y un borrador de bocetos en el folio blanco de mi carpeta, quiero agradecerle a Germán García-Ferres su aceptación y además mi felicitación por su entrada en el Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz. En Soria ya no hay pajaritos llegan las gaviotas haciendo un recuerdo entre el 20 de noviembre de 1808 cuando las tropas francesas se presentaron a sus puertas y la Constitución Gaditana del 1812.

Que mis palabras sean ese preámbulo de mis buenos deseos para la vida profesional de Germán, para ese cielo azul de las sierras de sus mares en mañana serena junto a la Bahía de Cádiz.

Lección magistral de su conferencia sobre el urbanismo gaditano. Todos los días nace una nueva veladura de luz por nuestras calles que tenemos la dicha de pisar.