Pan y Circo | Desahogo
Actualizado: Guardarstá claro que tenemos derecho moral y necesidad psicológica a protestar contra los errores de los árbitros y a exigirles que apliquen el Reglamento con rigor, con el fin de que no perjudiquen los intereses de los clubes y de que no exciten excesivamente a los aficionados. El fútbol, mucho más que los demás juegos, constituye en la actualidad un factor importante en el bienestar individual y colectivo de amplios sectores de nuestra sociedad. Además de mover mucho -excesivo- dinero, agita a las masas y zarandea muchas emociones. Pero, tras dejar asentado este principio, hemos de esforzarnos -de manera especial los líderes de opinión- para evitar que, desbordadas las pasiones, los daños se agiganten y se multipliquen las pérdidas. En estos momentos ha de imponerse la cordura con el fin examinar fríamente el cuadro completo de los hechos que han determinado esa marcha tan irregular del equipo amarillo. Ni los entrenadores anteriores ni los arbitrajes desafortunados explican suficientemente el escaso rendimiento de una plantilla tan numerosa y tan cara. Ni siquiera los triunfos ante el Albacete y el Numancia deberían originar explicaciones simplistas sino, por el contrario, empujar a los responsables para que realicen un análisis detenido e identifiquen las raíces de unos males que, a lo peor, son más profundos de lo que a primera vista parecen El encuentro del próximo domingo frente al Racing del Ferrol, con independencia del resultado que obtengan, deberá ser otro banco de pruebas, una sesión clínica, para que, con serenidad y con rigor, se exploren detenidamente todos los síntomas, se elabore un diagnóstico adecuado y se aplique la terapia correcta. Hemos de tener claro que el principio de regularidad constituye la clave que explica el éxito de los equipos en la competición liguera y, probablemente, la fórmula que proporciona los medios para lograr la supervivencia en las demás actividades profesionales.
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