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BÚSQUEDA DE PRUEBAS. Agentes del equipo forense hablan con un policía en la verja que da acceso a la casa de los Fritzl en Amstetten. / AP
MUNDO

La Policía investiga quién hizo la llamada que condujo a la detención de Josef Fritzl

«Alguien del entorno del acusado debía de saber algo», dice el jefe de la unidad criminal de la Baja Austria

ENRIQUE MÜLLER
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Durante tres días una negra sospecha ha envenenado la convivencia de la población austriaca de Amstetten, que se preguntaba con ansiedad si Josef Fritzl contó con un cómplice que le ayudó a mantener encerrada durante veinticuatro años a su hija Elisabeth. El recelo aumentó cuando el martes por la noche el responsable de la investigación policial, Franz Polzer, admitió ante los micrófonos de la televisión que se había detenido a Elisabeth y a su padre gracias a una llamada telefónica anónima.

«Alguien del entorno del acusado debía de saber algo. Estamos investigando», dijo Polzer al confirmar que una llamada alertó de que Elisabeth y Josef Fritzl acudirían al hospital donde Kerstin, la hija de 19 años nacida en cautiverio, había sido ingresada en estado grave. Poco después, la mujer, de 42 años, a salvo de las amenazas de su progenitor, relató su calvario.

Ayer, Franz Polzer aclaró que el criminal había acometido su siniestro plan sin la ayuda de nadie y que tampoco contaba con un cómplice que podría haber llevado alimentos a los cautivos, mientras él disfrutaba de sol y masajes en Tailandia. Pero cuando un periodista quiso saber si había sido Rosemarie Fritzl, la esposa del acusado, quien puso sobre la pista a la policía, Polzer perdió la compostura y recordó una vez más que la mujer no estaba al tanto de lo que sucedía bajo su casa. Sin embargo, no descartó que tal vez ayudó a que su nieta fuera hospitalizada.

«El aviso no salió de la casa donde Elisabeth y sus hijos estaban encerrados», afirmó el funcionario. «Tampoco existen pruebas que permitan inculpar a ninguna persona del entorno familiar del detenido. El engañó a todos: a su mujer, a sus hijos y a sus vecinos».

Pero tanto Polzer, como el resto de los encargados de la investigación prometieron que las autoridades agotarán todos los recursos a su alcance para reconstruir hasta el último detalle la perversa trama que puso en práctica el monstruo de Amstetten para enterrar en vida a su hija y convertirla en su esclava sexual veinticuatro años.

«No queremos que una tragedia similar vuelva a ocurrir», dijo Polzer al anunciar que se interrogará a unas cien personas que han sido inquilinos de la casa del horror. «Deseamos hacer una serie de preguntas a todas ellas para saber si, en algún momento, notaron algo extraño a lo que entonces no dieron importancia y que ahora podría ser de gran ayuda en la pesquisa», agregó.

Encarcelado

El jefe policial también confirmó que las autoridades investigan el pasado de Josef Fritzl, en especial su posible implicación en el asesinato de una joven ocurrido hace veintidós años, aunque advirtió de que no tenían ninguna prueba para considerarle sospechoso. «No tenemos prisa porque no existe el peligro de que pueda escapar», dijo al recordar que se encuentra detenido en una cárcel de St. Pöllen.

En la rueda de prensa que se llevó a cabo en Amstetten también estuvieron presentes el abogado de las víctimas, Christoph Herbst, y el médico jefe de la clínica donde estando siendo atendidos Elisabeth y cinco de sus hijos. El letrado pidió que se respetara la privacidad de sus clientes, además de asegurar que no habría entrevistas, al contrario de lo que sucedió en el caso de Natascha Kampusch.

Berthold Kepplinger, el responsable del hospital, admitió que el estado de salud de los ex cautivos no ha sufrido cambios. «Todos están juntos y disponen de un espacio de unos ochenta metros cuadrados donde pueden moverse libremente y jugar. Hablan mucho entre ellos», añadió. Y en un intento por normalizar en alguna medida la estancia de las víctimas en el hospital, decidieron festejar el cumpleaños de uno de los hijos de Elisabeth, que el martes cumplió 12 años. «Hubo regalos y un pastel. Todos estaban muy contentos», dijo Kepplinger.

Josef Fritzl, en cambio, guarda silencio. «No ve ninguna razón para responder preguntas de la Fiscalía», indicó su abogado, Rudolf Mayer. «Por ahora no son necesarios más interrogatorios, porque ya ha respondido ampliamente a la Policía».