Los tripulantes del pesquero español llegan hoy a España desde las Seychelles
Los marineros del barco dieron su primer paseo en tierra y compraron ropa, pues los piratas les dejaron con lo puesto
Actualizado:Los tripulantes del pesquero Playa de Bakio, que estuvo secuestrado durante siete días por piratas en las costas de Somalia, llegarán hoy a las siete de la mañana a la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), en un avión del Ejército del Aire. Ayer fue el final agotador del último día de su aventura, una jornada muy ajetreada que comenzó en cuanto pisaron tierra. El Playa de Bakio comenzó a verse en el horizonte, a la entrada de la bahía de Victoria, la capital de las Seychelles, a las nueve de la mañana. Una veintena de periodistas se habían congregado a la entrada del puerto porque, a última hora, el armador decidió acceder y permitir el paso a la prensa. El atunero, escoltado por la fragata Méndez Núñez, tocó tierra a las 9.30 horas, las siete y media de la mañana en España.
En cubierta apenas se veía a nadie y tras colocar la pasarela, los primeros en subir a bordo fueron los miembros del nuevo relevo, con sus maletas y mochilas, junto al inspector de la empresa Pevasa. Unos y otros se reconocieron al momento y allí surgieron los primeros abrazos. Entretanto aparecieron dos coches oficiales de los que se apearon el secretario general del Mar, Juan Carlos Martín Fragueiro, y el embajador español en Kenia, Nicolás Martín Cinto, que ha participado en las negociaciones de liberación de los rehenes.
Ambos subieron a bordo y al cabo de unos minutos descendieron con el patrón del barco, el gallego Amadeo Álvarez, que en estos días se ha hecho conocido a través de su esposa, pues era una de las pocas personas que recibía llamadas del barco. Estaba prevista una pequeña rueda de prensa al pie del buque, pero era una incógnita si alguien de la tripulación iba a querer hablar.
Sin ánimos
Al final fue el patrón, que apenas logró articular palabra y rompió a llorar ante las cámaras. Fue la primera señal de la presión que habían vivido aquellos hombres. No habló más que dos minutos y ya no bajó nadie más. No querían remover lo que habían pasado. Durante las ocho horas en tierra, la tripulación salió a dar una vuelta, a airear sus pensamientos, a tomar algo, pero también a comprar ropa, pues llegaban con lo puesto. Los piratas les robaron todo. Victoria, se llenó también de decenas de soldados de la fragata Méndez Núñez. Se les podía ver a muchos comiendo en el Pirates Arms, el restaurante más popular de la ciudad. «También nosotros pasamos un poco de hambre», decían medio en broma medio en serio.
Estaban un poco cansados porque llevan desde el 15 de febrero fuera de casa, de maniobras en el Golfo de Adén. Cuando volvían les tocó ir para Somalia.