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Un policía vigila la casa de los Fritzl en la ciudad austriaca de Amstetten. / REUTERS
MUNDO

El encierro de una joven por su padre en un sótano durante 24 años conmociona Austria

Elisabeth Fritzl tuvo siete hijos de su progenitor, Josep, de 73 años, a lo largo de un cautiverio que se inició en 1984 al cumplir los dieciocho El caso se destapó al ser hospitalizada una de las chicas nacidas del incesto

ENRIQUE MÜLLER
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La primera vez que la austriaca Elisabeth Fritzl fue violada por su padre tenía 11 años y nunca pudo imaginar que la cruel experiencia que vivió de niña se convertiría en una historia de terror que se ha prolongado durante más de tres décadas. Cuando la joven cumplió 18 años, su padre la anestesió, la encerró en el sótano de su casa, la esposó y la mantuvo encerrada 24 años en cuyo tiempo tuvo con ella siete hijos, uno de los cuales murió a los pocos días de nacer.

Cuando ayer trascendió lo sucedido, toda la ciudad de Amstetten sufrió un shock al enfrentarse al que es, sin duda, uno de los casos de abuso más graves sucedidos en la historia criminal de la república centroeuropea. Algunos detalles -aún quedan muchos interrogantes por contestar- del aberrante suceso se conocieron por las declaraciones de la propia Elisabeth, de 42 años, después de que la Policía le asegurara que no iba a tener más contacto con su padre -Josef Fritzl, un pensionista de 73 años que, aunque al principio se negó a declarar tras ser detenido, al cierre de esta edición había comenzado a hacerlo- y que sus hijos -tres chicos y tres chicas con edades entre los 5 los 19 años- iban a estar bien cuidados.

Según las autoridades austriacas todo se descubrió cuando una joven fue internada el pasado día 19 en el Hospital Clínico de Amstetten en estado inconsciente y gravemente enferma. La paciente fue trasladada al centro hospitalario por el propio Josef, que llevaba consigo una carta, en la que la madre de la chica pedía ayuda para su hija. El hombre declaró que la joven, de nombre Kerstin -sigue en cuidados intensivos-, había sido encontrada delante de su vivienda.

Los médicos, que necesitaban conocer antecedentes de la enfermedad para poder tratarla, pidieron ayuda a la población con un llamamiento a través de la prensa. La Policía inició pesquisas y descubrió entonces que la madre de la paciente, Elisabeth F., estaba desaparecida desde el 29 de agosto de 1984, y que sus padres, según dijeron, habían recibido una carta un mes después en la que su hija les pedía que no intentaran buscarla.

Aviso anónimo

Una fuente policial precisó que, tras un aviso anónimo, los agentes encontraron a Josef y a Elisabeth cerca del hospital, pues «evidentemente, la madre quería saber cómo estaba su hija». Ambos fueron conducidos a comisaría donde la ex rehén causó una impresión de gran inestabilidad psíquica, además de presentar un aspecto físico deplorable. Según sus propias declaraciones, comenzó a ser violada sistemáticamente por su padre cuando cumplió once años y encerrada en el sótano siete después. Elisabeth fue declarada oficialmente como «desaparecida» por su padre, quien dijo que se había ido con una secta, lo que su esposa Rosemarie creyó. La mujer declaró tras conocer lo sucedido que no sabía nada de la existencia del sótano donde su hija fue martirizada.

En los siguientes 24 años de cautiverio, Josef convirtió a su hija en su esclava sexual y la dejó embarazada en seis ocasiones. En 1996 dio a luz a mellizos, pero uno murió a los tres días. Su padre sacó el cadáver y lo incineró. Durante el tiempo de cautiverio, tres de los hijos -Lisa, Monika y Alexander- fueron adoptados por sus abuelos en circunstancias poco claras. Según informaciones en poder de la Policía, en los años 1993, 1995 y 1997 los padres de Elisabeth «encontraron» junto a su casa a dos niñas de nueve y diez meses, y más tarde a un niño de 15.

La hija, según la versión que circuló por Amstetten, que nunca sospecharon del padre ya que «no llamaba la atención» y «siempre saludaba amablemente», les había abandonado. Los otros tres -Kerstin, Stefan y Félix- nunca salieron del sótano y su existencia era desconocida, ya que no fueron a la escuela ni tuvieron ningún tipo de cuidado médico.

«Delitos masivos»

«Elisabeth les enseñó a hablar», dijo Franz Polzer, el jefe de la Oficina contra el crimen de Baja Austria, quien destacó que a los tres hijos encerrados junto con su madre les era proporcionada comida y vestido por el propio Josef. Gerhard Sedlcek, portavoz de la Fiscalía aseguró ayer que la confesión de Elisabeth era absolutamente creíble y que durante su relato, la mujer había acusado a su padre de haber cometido «delitos masivos».

A primeras horas de la noche de ayer Polzer informó de que se había encontrado el zulo donde estuvo encerrada Elisabeth con tres de sus hijos. Al parecer consta de tres habitáculos, muy estrechos y de 1,7 metros de altura, equipados para dormir. También tiene instalaciones sanitarias y una pequeña cocina. «El suelo es irregular: sube y baja», señaló.