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CRÍTICA

Bodas de oro de un maestro

ESTELA ZATANIA
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ste es una día muy especial para mí: hace 50 años, cuando tenía 16, debuté con la guitarra en este mismo escenario». Así de emotivo estaba la puesta en escena del recital de guitarra de Francisco López-Cepero García, Paco Cepero para nosotros, los aficionados. La noche de sábado, más que un recital, ha sido la celebración de una vida entera, y una larga y digna carrera como acompañante de cante y baile, compositor y más recientemente, concertista. Melodías con gancho y arreglos bien cuidados son el legado de los muchos años que Paco Cepero se dedicó a componer canciones de éxito. Pero el sonido crujiente, el ataque contundente, el fraseo juguetón, el compás por resorte y esos elocuentes silencios delatan a un tocaor de flamenco con pasaporte jerezano y D.N.I. propio. Hoy en día cuando tantos jóvenes que siguen el sendero marcado por Paco de Lucía carecen de personalidad propia, el maestro Cepero tiene un sonido inconfundible y eminentemente flamenco. El recital estaba basado en su grabación más reciente, Abolengo. Cepero se presentó con cinco músicos y dos bailaores para una serie de temas que incluía, entre otros, bulería y soleá por bulería, una desenfadada rumba con aires caribeños, taranta y una sabrosa guajira interpretada a paso ligerito sacando sorpresas de la escala mayor donde Cepero siempre ha tenido tanta soltura. En la siguiriya en solitario, sin el apoyo del grupo, hilos de melodías populares se entretejen con las falsetas, y unas sevillanas tituladas Feria hacen las delicias de los presentes con el baile estilizado y elegante de Juan Antonio Tejero y Rocío Marín. Medio siglo de vivencias destilado en una serie de composiciones, la sorpresa de lo inesperado. Cepero dedicó temas a Juan Villar, Rancapino y Mariana Cornejo que se encontraban presentes, además de otro a su mujer y otro «al médico que me ha quitado 15 kilos de peso, que es un fenómeno». El guitarrista se permite cantar a su público «porque estoy muy a gusto», y así acaba esta noche de celebración, nostalgia y buen humor.