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Entre un pillo y un bufón

El laborista Ken Livingstone se enfrenta por primera vez a un rival con tirón, el 'tory' Boris Johnson, por la Alcaldía de Londres

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La batalla por la Alcaldía de Londres, en las elecciones que se celebrarán el jueves, entretiene la política británica. Los laboristas presentan al actual alcalde, Ken Livingstone, que se marchó del partido cuando Tony Blair logró marginarle en las elecciones internas para ser candidato, en 2000, al Ayuntamiento, reconstituido por Blair tras su disolución por Margaret Thatcher en 1986.

Livingstone se presentó como aspirante independiente y ganó la alcaldía, que se elige directamente. Luego, el Partido Laborista le readmitió en sus filas, para poder ganar las segundas elecciones, en 2004. La prensa conservadora le apodó 'Ken, el Rojo' en los años ochenta, cuando era alcalde de Londres antes de su disolución y esa reputación le persigue, a pesar de que él afirma que el mundo ha cambiado mucho desde el fin de la guerra fría.

Su relación amistosa con el líder venezolano Hugo Chávez y la permanencia en su entorno de asesores que se formaron en la extrema izquierda le confirma como un populista radical. Pero su defensa de clérigos islamistas como Yusuf al-Qaradawi, al que invitó en 2004 a participar en un debate en Londres, le presentan ahora como un defensor de una versión controvertida del multiculturalismo, que está teñida de oportunismo electoral.

Los programas de los candidatos no se diferencias mucho en cuestiones como la vivienda, la persecución de la delincuencia o la protección medioambiental. Todos los aspirantes a alcalde se oponen, por ejemplo, a la expansión de Heathrow, un macroproyecto querido por el Gobierno y por Ferrovial, propietaria del aeropuerto.

La diferencia más llamativa en los programas está en torno al transporte y, en particular, sobre una iniciativa pionera de Livingstone, la introducción de una 'tasa de congestión', que han de pagar todos los vehículos que entran en el centro de Londres.

Boris Johnson, candidato conservador, no aumentará a 32 euros la tasa para los todoterreno que emiten más monóxido de carbono ni la eliminará para los vehículos que menos contaminen, como Livingstone promete. Pero Johnson mantendrá, o reformará, la tasa actual.

Excéntrico

Johnson es el primer candidato estelar de los conservadores a la Alcaldía de Londres. Amigo universitario del líder 'tory', David Cameron, periodista de éxito, Johnson, con su pelo despeinado y un incesante sentido del humor, ha cultivado la imagen del bufón excéntrico. Su manera de hablar rápido y a trompicones le da un aire inconfundible de clase alta. Algún sonado episodio de amores extramatrimoniales, la confesión de haber robado el estuche de cigarros en la casa del ex vicepresidente iraquí, Tarik Aziz, o su participación en programas cómicos de la televisión le han mantenido en las portadas.

Pero Johnson ha mantenido el semblante serio en la campaña. Su metedura de pata más sonada ha sido la demostración pública de que no tiene ni idea de cuánto puede costar su propuesta más llamativa para el transporte de Londres: la eliminación de los nuevos autobuses articulados y su sustitución por los tradicionales Routemaster, que habría que fabricar de nuevo modificando su diseño para que sean menos contaminantes.

Londres tiene que elegir este jueves entre un izquierdista pillo que provoca grandes rencores en una de las grandes urbes del capitalismo y un pijo divertido al que cuesta imaginar ocupándose del alcantarillado.