Castigar el tumulto

a detención en Écija de catorce personas relacionadas con los graves incidentes del pasado domingo, cuando tras el incendio en el que fallecieron seis personas de la misma familia un grupo de exaltados atacó una dotación de bomberos, puede contribuir a recuperar la calma en la localidad, pero también a restablecer el respeto que merece toda persona especialmente en el desempeño de un servicio público. Las crudas imágenes que reflejaron el tumulto protagonizado por un grupo de ciudadanos, ofuscados por la supuesta tardanza del servicio de incendios, ofrecieron un espectáculo inadmisible de agresión contra unos empleados que, con toda seguridad, hicieron lo humanamente posible por impedir la tragedia. Si existió la mínima negligencia en el desarrollo de su labor deberá ser determinada por una investigación oficial, con las consecuencias disciplinarias e incluso judiciales correspondientes. Pero el salvajismo encubierto de indignación no podía ser pasado por alto.