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Néstor Kirchner exhibe su poder en la sombra y fuerza la dimisión del ministro de Economía
El ex presidente argentino se oponía a la política de precios del dirigente Martín Lousteau renunció antes de que Cristina Fernández le destituyera
Actualizado: GuardarEn medio de la irresuelta crisis del Gobierno argentino con los agricultores, el ministro de Economía, Martín Lousteau, presentó ayer su renuncia, debilitado por el severo conflicto con el campo e impotente frente a una inflación que amenaza con desmadrarse. Su alejamiento evidencia además que el timón de la economía lo maneja un hombre que no pertenece al Ejecutivo: el ex mandatario Néstor Kirchner (2003-2007), esposo de la actual presidenta Cristina Fernández.
Para sustituir a Lousteau han nombrado a Carlos Fernández, titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos, quien ya ha anticipado la continuidad del modelo vigente. «Soy serio, tranquilo y responsable», se definió el economista de bajísimo perfil, un desconocido para la opinión pública pero hombre de la máxima confianza de Kirchner.
Si bien había sonado toda la semana, la noticia de la dimisión causó un gran impacto porque es la primera del Gobierno de Cristina Fernández, que asumió la presidencia en diciembre, y porque se anunció de madrugada. El joven ministro, de 36 años, no hizo declaraciones pero deslizó mediante colaboradores que su salida obedeció a que sus propuestas para contener la inflación creciente no eran siquiera consideradas.
El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, intentó presentar la renuncia como una decisión de la presidenta, pero se sabía que Lousteau había presentado horas antes su dimisión incondicional. «La presidenta interpretó que su ciclo estaba cumplido», declaró Fernández, y cuestionó los argumentos que dejó entrever el saliente ministro para abandonar el Gobierno.
«Cuando uno es ministro tiene responsabilidades que cumplir y muchas veces los pareceres personales quedan en segundo plano y prevalecen los intereses generales», criticó el jefe de Gabinete. Esa explicación alude a un estilo de gestión que algunos ministros se resisten a acatar. Kirchner no tiene cargo en el Ejecutivo pero maneja la economía y pretende que los titulares de esa cartera le respondan sin chistar.
Horas antes de la renuncia de Lousteau, Kirchner había sido protagonista de un acto en el que se postuló como nuevo líder del Partido Justicialista. Fue su primer discurso público desde que dejó el Gobierno en manos de su esposa y lo utilizó para lanzar una serie de medidas económicas que contradecían las recomendaciones de Lousteau. Al terminar, distintos observadores coincidieron en señalar que sus palabras parecían las de un presidente en ejercicio.
«Los que fundieron al país ahora quieren enfriar la economía», vociferó Kirchner, dos días después de que Lousteau recomendara crecer a un ritmo menor que el actual a fin de mantener los precios bajo control. «¿Para bajar los precios hay que terminar con los sinvergüenzas, los especuladores!», exclamó Kirchner, avalando la cuestionada gestión del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, que amenaza con multas, confiscaciones y cierre de locales a quienes suben los precios.
Conflicto en el campo
En cuanto a la crisis con el sector agropecuario, Kirchner, lejos de apaciguar los ánimos, acusó a los productores de generar desabastecimiento y subidas de precios. Además, les responsabilizó de la quema de campos y de provocar una burbuja de humo en la ciudad de Buenos Aires.
Los agricultores protagonizaron con sus reclamaciones la mayor crisis del Gobierno de Fernández. En respuesta al alza de un impuesto a las exportaciones de oleaginosas, en marzo interrumpieron el paso de camiones en carreteras de todo el país durante 21 días. El 2 de abril aceptaron una tregua para encontrar con el Ejecutivo una salida al conflicto. Pero el diálogo no está resultando fructífero y los productores amenazan con volver a las medidas de fuerza a partir del 2 de mayo.
Lousteau, que había anunciado la subida del tributo de la discordia, quedó relegado a un segundo plano durante el diálogo con los productores, y durante toda esta semana versiones periodísticas señalaban que el Gobierno analizaba reemplazarle. Pero el economista les ganó por la mano y renunció antes.