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ATUNERO. Imagen de archivo del pesquero 'Playa de Bakio'. / EFE
ESPAÑA

Los pescadores retenidos en Somalia se confiesan por primera vez «desanimados»

Se mantienen las gestiones diplomáticas para liberar a los rehenes y se desconoce si el armador del buque ha establecido algún tipo de contacto con los raptores

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
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El secuestro del atunero vasco Playa de Bakio en Somalia con 26 marineros a bordo, entre ellos ocho gallegos y cinco vascos, llegó este jueves a su primer momento de estancamiento, después de cuatro días de cautiverio. Tras los avances de los primeros días, con noticias tranquilizadoras sobre el estado de la tripulación y la apertura de vías de negociación, ayer llegó el momento de la calma tensa, con ausencia de novedades, mientras se tejen las fórmulas de un posible rescate.

El tiempo que pasa sin resultados visibles comienza a pesar y se reflejó en los comentarios de los rehenes. Como en días anteriores, los piratas permitieron al capitán, el gallego Amadeo Álvarez, hacer una llamada telefónica. Esta vez, aunque confirmó que los marineros están bien, confesó que «veía mal la situación», que las cosas «no estaban bien» y estaba «desanimado», según relató su esposa.

En cuanto a dónde se encuentran los rehenes, hubo informaciones contradictorias. El miércoles indicaron en sus llamadas que habían desembarcado y se encontraban en tierra. Sin embargo, ayer jueves el armador refirió a las familias que seguían embarcados.

Estrecha vigilancia

Como sucede desde los primeros momentos, las llamadas de la tripulación deben cogerse «con alfileres» en lo que respecta a los detalles concretos, pues hablan vigilados por los piratas y dicen lo que les ordenan. El sentido de estas comunicaciones sólo es transmitir tranquilidad sobre su estado.

No obstante, repiten expertos en la piratería de Somalia consultados en Kenia, es más probable que los rehenes se hallen en tierra, donde los secuestradores se pueden defender mejor en caso de un ataque e incluso pueden separar a los cautivos en grupos, para dificultar un rescate. Se trata de una lección aprendida tras el desenlace del secuestro del yate francés Ponant hace dos semanas. En aquel caso los rehenes no se movieron del barco y cuando los piratas dejaron el barco seis fueron detenidos por fuerzas especiales francesas.

Las mismas fuentes subrayan que los piratas son «extraordinariamente sensibles al efecto de sus actos en el exterior y están bien informados», luego pueden jugar con la información que dejan salir a través de los rehenes, la única existente. A nivel oficial, el mutismo sobre las negociaciones del frente diplomático es absoluto.

El embajador español en Kenia, Nicolás Martín Cinto, está en Mogadiscio, la capital de Somalia, desde el miércoles y sigue manteniendo contactos con las autoridades. Según declaró Moncloa, en su única nota oficial, Martín Cinto volvió a reunirse con Nur Hassan Hussein, el primer ministro del Gobierno Federal de Transición (GFT), la frágil autoridad legítima del país. Somalia, en la práctica, está dividido en tres zonas que funcionan independientemente.

El embajador está buscando el canal que lleve a los piratas, a través del clan o «señor de la guerra» adecuado. El diplomático tiene ya experiencia en estas tareas, pues además de ser interlocutor de ETA en el pasado en Santo Domingo, resolvió con éxito el año pasado el secuestro de dos cooperantes, una de ellas españolas, en la región somalí de Puntland, en el norte. Esta vez, sin embargo, sus informaciones le han llevado a comenzar la búsqueda en Mogadiscio.

Sobre este punto este jueves surgió un dato interesante. En su llamada a casa, el capitán del barco dijo estar al corriente de la llegada del embajador español a Mogadiscio para negociar. Es decir, los piratas lo saben, saben que les están buscando, y también ellos tratarán de encontrar el modo de contactar con la misión española.

De todos modos, como ya se notaba el miércoles, otra cosa es lo que esté haciendo el armador, propietario del buque, que tradicionalmente es quien negocia con los piratas en estos casos. También este jueves dio la sensación, al informar a los familiares del estado de los rehenes, de que mantiene algún tipo de contacto con la nave.

Fuentes cercanas a la negociación apuntan que los piratas pedirían un millón de euros. De todas maneras, tanto el Gobierno como el armador deben observar una enorme prudencia para llevar las negociaciones a buen puerto.