Ilusiones renovadas
La verdad es que al cadista no hace falta ilusionarle con mucho. Lleva llenando el Carranza en la presente década aunque aquí nunca haya venido a jugar el Bayern de Munich. A veces soportando lo insoportable, como es el hecho de que en las dos últimas temporadas de cuarenta partidos sólo se hayan ganado diez. Esta campaña la guinda ha sido la supuesta venta del club que luego ha sido mentira y al final ha terminado volviendo el de siempre, porque, entre otras cosas, es el único que hay.
Actualizado:La solución parece que la tenemos en casa. No se trata de jugar a oportunistas porque también éramos muchos los que confiábamos en Calderón y al final entre su falta de control del vestuario y la negativa implicación de algunos presuntos profesionales, lo único cierto es que al técnico canterano han terminado cargándoselo entre todos.
Pero lo único irrefutable es que desde la llegada de Raúl Procopio, algunos corren más que nunca. Baste un ejemplo práctico que es irrefutable. En el partido Cádiz-Castellón, los valencianos se quedaron con diez por la expulsión de Aurelio y los amarillos apenas fueron capaces de crear ocasiones en toda la segunda parte, precisamente cuando disfrutaron de la superioridad. El día del Albacete, la expulsión de Caneda sirvió para espolear a los pupilos de Procopio, que sin hacer una buena segunda parte, al menos, con garra y orgullo, forzaron el penalti ganador. Independientemente de que al final se termine logrando la permanencia, a nadie se le puede escapar que la próxima planificación debe hacerse con más capacidad de juicio. Si Raúl es el elegido que se quede, pero con confianza absoluta, no con medias tintas. De nada vale decir a toro pasado que hace dos años Emery era el idóneo y no Oli. Más que nada porque como acabemos más arriba que abajo la gente se volverá exigente. Y hay que estar a la altura.