Corazones heridos

Dos personas unidas por el impredecible destino. Ésta es la base argumental de Cosas que perdimos en el fuego, primera película a la americana dirigida por la directora danesa Susanne Bier, responsable de Después de la boda, que recibió una nominación al Oscar al mejor filme de habla no inglesa. Los galardonados Halle Berry y Benicio del Toro respaldan esta cinta dramática que comienza con la muerte inesperada de un hombre en manos de unos desconocidos. Once años de matrimonio, con dos hijos de corta edad, se desgarran por culpa de unos desalmados.

La aturdida esposa (Berry) no acaba de creer que su marido (David Duchovny), al que le unía una relación de amor incondicional, ya no existe. Destrozada y perdida, pide ayuda a Jerry Sunborne (Del Toro), un amigo de la infancia de su esposo con un serio problema de adicción a los estupefacientes. De la noche a la mañana, el hombre pasa de drogadicto, de abogado que ha echado su vida a perder, a padre sustituto en una familia necesitada de cariño y comprensión. Se abren las puertas de la redención, pero cruzarlas conlleva mucho esfuerzo y dolor.

«Siempre me he interesado por las reacciones de la gente en situaciones extremas», explica la directora. «La historia no me era desconocida, pero despertó mi curiosidad porque era algo que puede pasar de verdad. Además, pensé que trabajar en EE UU implicaría ciertas restricciones, que me pedirían que la película fuera más convencional, pero fue todo lo contrario. Me decían cosas como: 'atrévete, ten valor, que sea más peligrosa'». Cuando llegó el momento de escoger el reparto, Bier se entusiasmó con la idea de poder contar con los talentos de Del Toro y Berry.

«A menudo damos nuestra vida por sentada, nuestra vida y lo que tenemos», señala la actriz sobre su papel. «Deseamos cosas. Pero lo importante es lo que no se toca, el espíritu humano, tener a personas a las que amamos». Para Del Toro, su personaje es infantil y cálido a la vez: «Creo que Kurt Cobain dijo algo parecido a que la gente necesita drogarse para sentir el entusiasmo que tenían de niños».