Editorial

Riesgo de introversión

La elección de los 2.540 compromisarios que asistirán al XVI congreso que el PP celebrará los días 20, 21 y 22 de junio en Valencia ha coincidido con el encauzamiento de sus tensiones internas. Pero el implícito anuncio por parte de Esperanza Aguirre de que no se postula como candidata a la presidencia del partido se ha visto acompañado de indicaciones, insinuaciones y noticias sin desmentir que permiten pronosticar que esas tensiones continuarán manifestándose, aunque de otra forma. En lo inmediato, la posibilidad de que las ponencias congresuales puedan ser objeto de enmiendas que, más allá de su contenido, busquen medir las fuerzas en torno a cuestiones puntuales se convertiría durante el desarrollo del propio cónclave popular en un factor que matizaría y en cierta medida podría cuestionar el liderazgo de Mariano Rajoy.

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A partir de ahí es como tomaría cuerpo la intención que albergan las voces más críticas para que el congreso de Valencia no cierre definitivamente la nominación del candidato a la presidencia del Gobierno de cara a las elecciones de 2012. Bien porque entre tanto pueda ser convocado otro congreso para ello, bien porque se opte por la celebración de unas primarias que designen a la persona que en nombre del PP opte a la Moncloa. De ahí que el encauzamiento del pulso que estas últimas semanas se ha librado en el seno del Partido Popular no signifique su finalización, sino su reconducción hacia un terreno si se quiere más normalizado, más reglamentado. Pero también hacia un largo período en el que la gestión política de Rajoy será sometida a escrutinio diario tanto por parte de sus críticos más declarados como por quienes desde un escepticismo cauto y silencioso pudieran eventualmente expresar insatisfacción.

El Partido Popular se enfrenta ya a un doble riesgo. El riesgo de verse atenazado en su tarea de oposición por las energías que requiera la administración de los asuntos internos antes y después del XVI congreso, y el de orientar esa misma oposición no tanto en función de las necesidades que tenga el país sino como recurso para atemperar las tensiones que pudieran generarse en su seno. Ante este doble riesgo la formación que preside Rajoy no cuenta con otro antídoto que fijar desde ahora mismo su atención en cuanto ocurra fuera de sus estructuras partidarias.