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Glamour a 700 euros la noche
Entre los barcos que llegaron ayer al puerto había uno pequeño de lujo por el que los viajeros pagan un mínimo de 50.000 euros por diez días de crucero
Actualizado: GuardarEstilo Gustavio, según las costumbres suecas del siglo XVII. Así está decorado uno de los cruceros que ayer atracó en el muelle de Cádiz, llamado Aurora. En él se alojaban los viajeros más «interesantes» que arribaron a puerto gaditano, según explicó la directora de cruceros, Andrea Christina Naegele. «Los turistas que utilizan este tipo de embarcación son de ese tipo que viaja no para decirle a su vecino que ha estado en tal sitio sino porque tiene un interés personal en conocer este rincón del mundo», resumió Amanda. Un dato que ilustra al cliente de estos servicios es el precio: 50.000 euros como mínimo por diez días de viaje. Muchos de ellos se alojan en las suites, pequeñitas pero muy acogedoras, del Aurora. En él sólo viajan 57 turistas, casi todos nórdicos, atendidos por una plantilla de 53 personas. El camarote del propietario del barco también se alquila, no sin antes pagar mil euros extraordinarios sobre la tarifa de una suite, unos 700 euros por noche de crucero.
Ambiente familiar
La capacidad máxima es de 100 personas, «pero rara vez se llena porque tampoco interesa. Nos dirigimos a un público muy selecto, que busca un ambiente familiar y huye de las masificaciones», en palabras de la directora de crucero. Naegele explicó que el viaje incluye una programación muy estudiada del itinerario, ya que a estos viajeros les interesa más conocer los lugares donde amarra la embarcación que las grandes piscinas y las salas de fiestas de los gigantes del mar.
Durante la mañana de ayer, la tripulación aprovechó la escala para adecentar aún más el barco, mientras su pasaje visitaba la zona. «Muchos se han ido a Sevilla, excepto los que ya conocen esa ciudad, que han preferido quedarse en Cádiz». Incluso hubo algunos, un grupo de americanos, que prefirieron visitar Gibraltar movidos por la curiosidad del enclave geoestratégico. «Les llama mucho la atención el Peñón y quieren saber cómo es la frontera, cómo habla la gente y cómo viven allí», resumió Andrea.
La tripulación de esta embarcación de lujo es extremadamente atenta, se respira buen ambiente entre los trabajadores -algo muy demandado por los turistas de alto poder adquisitivo que huyen de las malas prácticas empresariales-. En cuanto se atraviesa la pasarela del Aurora algo traslada al pasajero a un tiempo pasado, en el que todo transcurre a un ritmo lento. Justo lo que buscan sus pudientes usuarios.