Opinion

Extraña justicia

Supimos recientemente la sorprendente noticia de que ese individuo apellidado Roca, principal protagonista del expolio de Marbella, supuesto ladrón de miles de millones procedentes de los impuestos de los ciudadanos y de grandes comisiones ilegales, ha salido en libertad bajo fianza de un milloncejo de nada. Para ese personaje, ese milloncito es como para mí una multita de aparcamiento.

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Con todos mis respetos, ¿qué extraña me resulta a veces la conducta de algunos jueces! Aunque exista mucha gente ingenua e ignorante que todo se lo creen y todo lo ven normal, a algunos, la justicia nos lleva a pensar en lo que ese tal Roca dijo hace poco tiempo y que fue publicado por algún periódico: «Si lo mío no se arregla pronto, tendré que tirar de la manta». Al parecer, a alguien, posiblemente de las altas esferas de la política, no le interesa que ese delincuente «tire de la manta» y ha presionado a otro alguien del poder judicial bajo amenazas de separación, sustitución o despido, para que ese presidiario salga a la calle dándole así la posibilidad de que se fugue, porque teniendo en cuenta la inmensa riqueza que ha robado y lo fácil que es sobornar a algunos funcionarios de este país, no le resultará difícil desaparecer. Y ya, dentro de unos diez años o así, plazo suficiente para que se olviden los delitos escandalosos y a sus autores, le llamarán y le invitarán a una cordial entrevista de muchos vítores, sonrisas y aplausos en televisión como hicieron la pasada semana con otro bandolero de su misma especie llamado Conde. También, el otro compinche que fue alcalde de Marbella está casi en las puertas, quizás por iguales razones. En nuestro país, la justicia simpatiza y termina siempre siendo muy comprensible y tolerante con los grandes delincuentes de yate y mansión, mientras que se ensaña con los débiles, como ocurrió con aquel pobre campesino que se comió un lagarto - puede que por hambre-, y que fue condenado a pagar una sanción desproporcionada si quería evitar varios años de cárcel, todo porque el lagarto es una especie de las llamadas «protegidas». Ya sabemos que la especie humana, de momento y hasta que no llegue la guerra nuclear que nos desintegre a todos y deje vivos a tan solo unos cientos que aparezcan escondidos en sus bunker, no es una especie protegida, porque para matar a los humanos nunca se echa la veda. En España, como oí decir a un representante de los organismos oficiales de justicia, es una tentación para algunos golfos arriesgarse a un par de años de cárcel y una ridícula fianza a cambio de robar o estafar un buen montón de millones, eso sí, poniéndolos a buen recaudo. Sin embargo, no conviene arriesgarse a comerse un camaleón o un lagarto y pasar varios años entre rejas. La verdad es que este país de nuestros amores y de nuestros folklores, es un país muy pintoresco desde el ángulo en que se le mire. Tan pintoresco, que lo mejor que podemos hacer es quedarnos en casa pintando una acuarela contemplando el mundo desde la ventana, sin salir, para no arriesgarnos absolutamente a nada, no sea que por una chorrada o un mal entendido, o por pisar y despachurrar a un simpático camaleón sin darnos cuenta, terminemos ocupando la celda que ese tal Roca, ese individuo que supuestamente pertenece a la poderosa, grande y libre mafia española, ha dejado vacía en estos días.

Rafael Franco García. El Puerto