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En La Trinchera | El calvo de Polaris World

Daniel Pérez
Actualizado:

Si el calvo de Polaris World sigue vendiendo pisos será por algo. La crisis es más o menos crítica según compres en el Hipercor o en el DIA. Los que compran en el Hipercor siempre pueden comprar en el Mercadona. Los que compran en el DIA sólo pueden dejar de comprar. Los que cargamos con la hipoteca como pequeños sísifos renqueantes –y participamos en ese fenómeno tan divertido y entrañable que se llama mileurismo–, estamos empezando a recortar de lo que ya estaba recortado. La cuenta corriente corre que se las pira, y el señor de Sevillana no se hace cargo. El masca de Repsol, que lo está pasando fatal porque a mitad de mes ya no le queda ni para hacerse un cine, dijo el otro día que no descartaban un recorte de empleos. Con lo que nos están robando en cada depósito de gasofa, sólo les llega para seguir ganando lo mismo que ganaban antes de que la crisis se pusiera fea de verdad. Y, bueno, todo es priorizar.

Los de la CEOE, que son ejecutivos de los que ejecutan, también avisaron la semana pasada: «Si la economía va mal, salimos perdiendo todos». Relativamente. En términos macroeconómicos, puede que a Telefónica la racha le haga un agujero. Pero es que a nosotros –a los que sostenemos la pirámide con los huevos– la subida de precios nos amplía hasta el infinito el diámetro del que ya teníamos hecho.

Los señores de la CEOE estarán, sin duda, profundamente afectados por la situación, pero siempre desde un punto de vista abstracto. Ninguno de ellos dejará de vivir como un marajá durante 2009. Garantizado. Si tienen conciencia –hay unos pocos casos contrastados –, puede que incluso se preocupen por el futuro de sus obreritos. La mayoría de ellos, no obstante, están genéticamente incapacitados para ver más allá de los números y de los gráficos del déficit. El tipo de la patronal, tan mediáticamente circunspecto, que soltó la perla, no sabrá nunca lo que es que una avería del coche te condene a estar dos meses sin salir de casa; o que se te haga un nudo en la garganta al pensar en la factura del móvil; o que tengas que elegir entre comprarte un sofá o irte de vacaciones. (Por quedarnos en las preocupaciones, banales pero ciertas, de la clase media).

Si la economía va mal, estimado amigo, salimos perdiendo todos. Pero no todos perdemos lo mismo. Ni de coña.