TRIBUNA

Un país «decente» indecentemente informado

La eufemísticamente denominada por el presidente del Gobierno «pequeña y coyuntural situación de desaceleración económica», no sólo es un gran fraude, sino un auténtico atentado al intelecto ciudadano, que atónito observa un esperpéntico espectáculo que sólo ha hecho empezar. Mejor dicho, los comienzos se remontan a final de 2006, donde los síntomas de agotamiento del ciclo comienzan a evidenciarse, se instituye como realidad palpable en el verano de 2007 y durante las últimas Navidades el escepticismo y la desconfianza se apoderan de todos, que atónitos escuchamos el mensaje «tranquilizador» de un Gobierno incapaz de asumir la realidad de los hechos absolutamente contrastados.

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Sobre la base de una «pequeña y coyuntural desaceleración» se confeccionaron los Presupuestos Generales de Estado, que incluso antes de su propia publicación, habían sido revisados a la baja, por la «evidente y más que contrastada» menor expectativa de crecimiento económico. Se tachó de antipatriota a todo aquel que hiciera la menor crítica a la caótica ya situación económica. El presidente del Gobierno, un auténtico experto en «gasto social», a la vez que un absoluto inexperto y desconocedor de los conceptos «gestión, eficacia y eficiencia económica en la economía de mercado», aludía a no truncar las expectativas por falta de confianza, con mensajes agoreros aunque realistas sobre la situación económica presente y futura.

La economía de mercado, la que impone la Unión Europea y por lo tanto, la existente en España, funciona sobre la base de una información veraz y transparente. Exactamente todo lo contrario de lo que últimamente pasa en las altas instancias políticas en materia de información económica. Lo cierto es que las peores expectativas ya existentes en el verano pasado, se están cumpliendo con creces. Dos datos al respecto: la economía ha dejado de crear empleo y el crecimiento económico del primer trimestre del año ha sido del 0,2%.

Las predicciones económicas hay que hacerlas sobre la base de los últimos datos disponibles y no utilizando la información que mejor convenga en cada caso. El Gobierno, en un intento de dulcificar la información, sobre todo en la campaña electoral utilizaba las «tasas interanuales», que en este caso, ciertamente atemperaban la información suministrada. Está demostrado que las mejores proyecciones sobre la marcha de una economía, consisten en la proyección anual de las cifras correspondientes al último trimestre. Analicemos ahora la «indecencia» de la información económica suministrada antes y durante el proceso electoral, y hasta la fecha.

1º. Crecimiento económico. El primer trimestre ha registrado una subida del 0,2%, lo que hace presagiar sin lugar a dudas que la cifra de crecimiento del año 2008 se acercará a la vaticinada por el FMI y no a la establecida por el Gobierno, que la fijó en el 3,8% en los Presupuestos para bajar las predicciones de forma incesantemente pero muy por encima de las expectativas que se consideran realistas.

2º. Empleo. La drástica caída de las afiliaciones a la Seguridad Social, que es el dato más fiable, indica que no se crea empleo, lo que a su vez significa que todo incremento de población activa va a estar ocioso.

3º. La inflación se encuentra en el 4,6%, su nivel más alto desde 1995, pese al desplome del consumo familiar. No se puede imputar ni mucho menos todo el problema al alza del precio del petróleo. La falta de competitividad de la economía española tiene mucho que ver.

4º. Situación actual de estanflación, cuyas notas caracterizadoras son un bajo crecimiento y una alta tasa de inflación.

5º. Déficit comercial exterior del 10,5% del PIB, el mas alto del mundo. Para contrastar la realidad del problema, el segundo país que nos va a la zaga es EE UU y no llega al 5%.

6º. La deuda exterior española es una vez y media el PIB, exactamente el doble que en el 2004.

7º. El problema originado en la construcción ha sido a pesar de los pesares, provocado por un «auténtico pinchazo de la burbuja inmobiliaria». La predicción más optimista estima una reducción en el valor nominal de los inmuebles del 20%, mientras que el polo opuesto lo estima hasta en un 40%.

8º. Redistribución de la renta y riqueza. El 60% de las familias se han empobrecido. Una pequeña proporción de especuladores-inmobiliarios y financieros jugadores de bolsa se han enriquecido hasta límites insospechados.

9º. Gasto social. La subida en términos monetarios durante la última legislatura se sitúa en torno al 40%. Sin embargo, su contraste con el PIB, que también subió, supuso una reducción del esfuerzo social en términos de PIB de medio punto porcentual.

10º. Presión fiscal. Esta sube no sólo en función de los regímenes jurídicos aplicables a cada uno de los impuestos, sino que la mera existencia de inflación, determina un alza «per se» de la presión fiscal equivalente al alza de la propia inflación. La repercusión en el IVA de la tasa de inflación supone que los consumidores pagan además, el equivalente a la tasa de inflación sin modificar el régimen jurídico del impuesto. Y este es el impuesto que más influye en las capas más desfavorecidas de la sociedad. Por otra parte, la modificación del IRPF, ha supuesto con carácter general una reducción de tan sólo dos puntos porcentuales.

España es un país decente. ¿Pero que es un país decente? Según el discurso del presidente del Gobierno un país en el que se respeta el medio ambiente, en el que se sube el salario mínimo para no usar mano de obra barata, un país generoso en la lucha contra la desigualdad de la renta y un país que al final de la legislatura aportará el 0,7% del PIB en ayudas al desarrollo. Pues bien, a los hechos me remito. El crecimiento económico de los cuatro últimos años ha sido posible por la mano de obra barata que los inmigrantes representan, que ha evitado al Gobierno retrasar «sine die» la flexibilización del mercado laboral y ahora se anuncia a lo Evita Perón que toda necesidad social, se convierta en un derecho del ciudadano, demostrando así y ahora que estamos en plena crisis que se puede combatir ésta, profundizando en las políticas sociales. Todo un arte... y que Dios se apiade de todos nosotros.