Somos Doscientos Mil | Bombillitas de la feria
A menos de una semana para inaugurar nuestra siempre inconmensurable Feria del Caballo, he querido dar una vuelta por el Real para ver como se van rematando las casetas, se limpia aquí y allá, se repasa con pintura aquella puerta, se afina el equipo de música para que las sevillanas suenen requetebién y, en definitiva, todo se pone a punto para que Jerez, sus jerezanos y nuestros queridos visitantes, disfrutemos un año más de la fiesta por antonomasia de esta bendita ciudad. La Feria del Caballo está demasiado cerca, al punto de que el próximo martes cuando ésta columna vea de nuevo la luz -si es que la Divinidad me otorga tal gracia-, estaremos formalmente de feria, incluso con alguna copita de más.
Actualizado:De todo cuanto he visto en el Real, lo que más llama mi atención es el nuevo exorno luminoso de las calles secundarias, y entiendan que utilizo tal vocablo en términos respetuosos, sin que ello implique menosprecio o degradación hacia tales vías, que después se enfadan los caseteros y no es menester. Como viene siendo habitual en esta celebración, para las arterias principales de la feria se ha vuelto a confiar en las cortinas de luces que tanta elegancia diurna y luminosidad nocturna aportan al Real. Sin embargo en las otras calles, aquellas en las que hasta ahora no estaba definido el motivo de la iluminación, este año se ha optado por el círculo como elemento decorativo y diferenciador.
Los círculos -ya podrán verlos- recogen algunos motivos relacionados con nuestra cultura: el mástil de la guitarra, el catavino de jerez, la hoja de la vid, incluso algún que otro elemento que soy incapaz de definir, pero siempre enmarcado dentro del círculo que se erige en la figura geométrica preponderante en el recinto ferial. Supongo que a estas alturas habrán intuido que este cronista ignora el motivo de esta obsesión por la redondez, que quizás tenga su precedente con las rotondas. De hecho desconozco si nuestra Alcaldesa arrastra algún tipo de fijación infantil hacia aquel inolvidable: Un globo, dos globos, tres globos.
Pero siguiendo dentro del tema de la iluminación, al pasear por el recinto ferial me vino a la memoria la columna que publicaba en estas mismas páginas el pasado 11 de diciembre, bajo el título: «Bombillitas Navideñas», y ello porque me llama la atención no haber leído aún en la prensa ninguna declaración de colectivos ecologistas, similar a aquellas que podían leerse las pasadas navidades. Recordarán que con motivo de la iluminación que entonces se instaló en el centro de la ciudad -por cierto cutre y escasa- los ecologistas denunciaban las contradicciones del Ayuntamiento de Jerez que, de un lado se sumaba al apagón simbólico, mientras que con el alumbrado navideño volvían a mostrar su política medioambiental. «El gobierno municipal socialista sigue manteniendo su discurso de compromiso con la sostenibilidad», decían los ecologistas, a la vez que criticaban que: «sus actuaciones poco tienen que ver con lo que dicen. Año tras año hemos reclamado que se racionalice el tema de la iluminación navideña, se reduzca su implantación y sobre todo se quiten las luces de los árboles ».
Sin embargo tan duras críticas que arreciaban cercano el nacimiento del Niño Dios, desaparecen por completo cuando es el Dios Baco quien nos postra a sus pies. Con mayor número de luces instaladas y más gasto energético, hasta la fecha nadie ha protestado por la iluminación del Real. En Feria no es necesario racionalizar el tema de la iluminación o reducir su implantación, pues las bombillas de la feria no estresan las especies arbóreas que existen en el parque -lo que si ocurre en las calles del centro-, como tampoco la iluminación extraordinaria de feria supone un daño irreversible para eso del cambio climático, amén de que en Feria ningún derroche energético se produce. Curiosamente cuando llega Navidad, el derroche energético adquiere la categoría de intolerable.
Se instalan cuatro guirnaldas de mierda para dar luz al centro de la ciudad en Navidad, y contra ellas arremeten a muerte desde los más variopintos sectores ciudadanos. Llega Feria, instalamos por encima del millón trescientas mil bombillas, y la cosa parece molestar menos, por no decir que no molesta en absoluto. Supongo que uno puede ser ecologista, pero de ahí a no disfrutar la Feria de Jerez