Una de puntillitas de Feria
El parque González Hontoria se encuentra con el agua al cuello cuando prosiguen los preparativos para tenerlo todo listo el domingo
Actualizado: GuardarYa de por sí no es plato del gusto para los que se dedican a ello, a tenor de la cara de póker que ponen cuando llega alguien haciendo preguntas. Antes, la edificación de una caseta era un motivo de convivencia para peñas, asociaciones, hermandades y cumplidores asociados a la caza, la pesca o simplemente unidos como mediopensionistas. Eran los tiempos en los que los fornidos de la casa se encargaban de colocar las paredes y los mostradores mientras las chicas se entretenían en desplegar farolillos o en zurcir las cortinas de las ventanas.
Los tiempos también han evolucionado en el Real. Ahora están los electricistas de la empresa tal y los escayolistas de la empresa cual. Los farolillos se colocan dos minutos antes de abrir la caseta y los mostradores los montan, si hace falta, los mismos repartidores de la cerveza si a cambio le contratas la exclusiva.
Ya las bodegas apenas ayudan a los caseteros por coger la exclusividad de sus marcas. Antes, comenta Antonio, que está con su mono azul mahón puesto, «te adelantaban el boletín de la luz de Sevillana, por ejemplo. Pero ahora parece que les da igual no vender en la Feria».
Para colmo de males, la lluvia ha hecho acto de presencia. Un chico con rizos estilo Bisbal, que lleva una manguera de cables en la mano, conjuga un buen ramillete de palabrotas que ahora no vienen al caso. Y todo porque ha pisado un charco.
Antonio, que se queda mirando al chico, prosigue diciendo que «no son las mejores condiciones para trabajar en una caseta, pero lo que realmente hace falta es que la lluvia no llegue a partir del domingo del alumbrado. Esto son gajes del oficio», y prosigue ordenando sus herramientas porque parece que ha llegado el momento de irse a almorzar. En casa, nada de comidas en común.
Complicada se está presentando la construcción de esta ciudad de la alegría a la que llamamos Feria. Los preparativos que han comenzado hace ya algunos días prosiguen con la mirada más atenta al cielo que las estructuras metálicas del Puito.
Esperemos que vísperas de mucho sean días de nada. Nos referimos a las lágrimas de San Pedro, claro. Limpio y con lustre la queremos.