El árbol sin hojas de Juan Gelman
El poeta argentino recibe mañana el Cervantes, el galardón «más preciado de la lengua», declaró ayer el autor
Actualizado:Una pregunta sencilla, señor Gelman . ¿Qué es la poesía?». Ahí la media sonrisa de Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) se le ensanchó bajo el mostacho. «Si esa pregunta es sencilla, mi oreja izquierda es el jardín zoológico». El poeta y periodista argentino compareció ayer ante los medios de comunicación --«colegas, a la postre»- con su humor irónico y las réplicas sabidas después de cinco décadas de obra lírica monumental. Sin embargo, algunas respuestas se escurren como agua entre los dedos incluso a los poetas. «Nadie sabe qué es la poesía. Alguien dijo que es una forma de apremiar a Dios para que hable. Para mí, es un árbol sin hojas que da sombra», concedió, sentado codo con codo junto a otro poeta, el ministro de Cultura, César Antonio Molina.
Desde hace unos días Gelman, último premio Cervantes, vela armas en Madrid antes de recibir el día 23 el galardón que le acredita como digno heredero del manco de Lepanto. «¿Qué puedo decir! Es el premio más preciado de la lengua, un nombre que convoca por sí solo montones de cosas», afirmó. «Lástima» haberlo ganado esta edición, bromeó, en puertas de un sustancioso aumento de la dotación, de los 90.000 euros actuales a 125.000 en adelante.
Como mandan los cánones, mañana, en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, ante los Reyes, Gelman disertará sobre Cervantes «y alrededores». El viernes, entregará su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Un pergamino muy antiguo que espera sea de utilidad a «los poetas que vienen». En la rueda de prensa Gelman pasó por encima de las eternos seísmos cíclicos que sufre Argentina -«¿por qué a los poetas les preguntan de política y a los políticos nunca de poesía?», inquirió-, para apuntar solo el absurdo de la última crisis, alimentaria, en un país capaz de producir comida para 360 millones de almas.
Militancias
Ex comunista, ex montonero, militante de los derechos humanos siempre, Gelman se apartó de la política y hoy sólo milita «en lo que todo el mundo quiere, paz en el mundo, mayor justicia, en eso estamos todos». También es militante de la memoria, del horror que deparó al país la dictadura militar, responsable de su exilio de décadas -en Europa primero, ahora en México- y de la muerte de su hijo Marcelo y su nuera Mª Claudia Iruretagoyena. Escogió la memoria frente al olvido como antídoto contra la repetición de la historia. «Y porque cuando las heridas no se curan gangrenan a la sociedad», subrayó.
Las suyas propias no han sanado del todo. En 1990 un equipo forense identificó los restos de su hijo, hallados en un río del Gran Buenos Aires, dentro de un tambor lleno de cemento. Asesinado de un tiro en la nuca. La mujer de éste, 19 años y embarazada de siete meses cuando fue secuestrada por los militares, aún no ha aparecido. Su causa sigue abierta en Uruguay. La hija de ambos, Macarena, 31 años, fue dada en adopción y recuperada por Gelman en el año 2000. Hoy sonreía feliz al poeta junto con otros tres primos, llegados desde Uruguay, Argentina, Francia y México a una «asamblea de nietos para ver si consigo de una vez el título de abuelo».
Y una última pregunta para el premio Cervantes. «La poesía ¿es un bálsamo o un arma contra la injusticia?» «Con un poema no va uno a derribar a un dictador (...) Es una necesidad, se escribe por esa razón. Si no, para qué». Al final la poesía lo escoge a uno, vino a decir. Elegidos como Juan Gelman, poeta.