MIRADAS AL ALMA

Decapitando el espíritu

Vive días aciagos la Iglesia, quizás presa de un destino con noches contadas, víctima de su propio crimen, alimentada por sus innumerables hazañas históricas de llamas y oscuridad, de dolor y falsa oración. Poco con ella tiene que ver Dios y su Hijo, los cuales sólo necesitaron de la palabra y del ejemplo. En estos días, el Papa Benedicto XVI viaja a EE UU para fortalecer el vínculo del cristianismo con un país donde predomina el protestantismo. Al hombre lo que es hombre y al espíritu lo que es espíritu. El Papa representa a esa Roma imperial, y en ella a ese Vaticano celestial. Sin género de dudas, es el Vaticano el mayor museo artístico cultural del mundo, el más rico, el más bello creado por el hombre, impulsado por él y manipulado por él mismo. Abierto a los ojos del mundo como símbolo inequívoco de una religión apostólica. El hombre cree que al estar bajo la monumental capilla de San Pedro se está cerca de Dios en el mismísimo cielo y es cuando más lejos estamos de él. El Vaticano es el gran escaparate religioso capaz de cautivar a todos aquellos que sólo creen en lo que tocan y ven. ¿Qué hay de la fe, aquella que dictó el Creador? Yo creo por mí mismo, sin necesidad de alardes y galerías doradas, sin cristalinos crucifijos con puntas de plata, sin túnicas blancas que esconden pecados oscuros. La fe no se compra. Si la Iglesia la está perdiendo es sólo culpa del hombre y sus propios actos; la divinidad es otra cosa. La verdad no se viste ni se adora, la verdad se siente y se lleva en silencio.

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En la vida se recoge lo que se siembra, como una huerta que se nos concede por gracia divina y; o bien cuidamos, aramos y mimamos; o bien dejamos que se pudra bajo el sol y nuestra mirada despreocupada. Que la tierra sea fértil depende de nuestras manos, que el agua caiga para enriquecer la semilla depende del destino. Pero si no hicimos antes la tarea de sembrar, sólo nacerán malas hierbas y ningún dulce fruto que recoger. De nosotros depende poseer manzanas como sacadas de un cuadro bodeguero o bien podridas y nutridas por gusanos. Muchos siembran semillas venenosas y eso mismo calma sus ansias, las cuales les llevan a podrirse interiormente con lentitud. Lo triste es morir y ser tragado por la propia tierra, esa misma que no cuidaste y hoy se vuelve contra ti.

Vivir y poder dormir en el campo trabajado con serenidad es apostar por la salud y por la vida. Nosotros somos el aire, el sol y el agua de nuestro campo; vivir con la fe de algún día recoger el honor y la sana voluntad que una mañana sembramos.