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Dos generaciones entre copas

Hijo de Arsenio Cueto, una institución en la hostelería gaditana, este joven dirige los locales más emblemáticos de la noche de la capital

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Cádiz, últimos años de la dictadura: la cafetería Manila de la avenida de Portugal es punto de encuentro ineludible de la vida social de la capital. Cádiz, 30 años después de la dictadura: las costumbres han cambiado y ahora se sale hasta el alba, por lo que discotecas como el Barabass o el Nahú son las que marcan el ritmo. Entre una y otra época ha pasado toda una generación. También han cambiado los responsables de servir, pero no sus apellidos: Arsenio Cueto ha creado el Manila, el Mesón del Duque o La Pepa para la capital; su hijo Raúl Cueto ha puesto en marcha las discotecas mencionadas, el chiringuito de Cortadura en verano y abrirá otro local en Loreto.

Aunque Raúl, con sólo 33 años y nacido en Cádiz, está especialmente orgulloso de su quinta pertenencia, el Arsenio Manila, un café-lounge situado en el tramo final del Paseo Marítimo y cuyo nombre explica prácticamente su experiencia profesional. «Le debo todo a mi padre y a lo que ha hecho por mí, con lo que lo mínimo que podía hacer es honrarle con el nombre de lugar, que mezcla su propio nombre y su mejor creación», explica, mientras que dos de las más de 30 personas a las que da trabajo este joven (una decena de forma directa y el resto en distintas relaciones laborales) ponen en marcha poco a poco la infraestructura del bar.

El Arsenio Manila es, además de un homenaje en el fondo, el mejor resumen de la carrera de este joven gaditano. Fue a los 17 años, en el verano entre el instituto y la Universidad, cuando Raúl se puso detrás de una barra por primera vez en calidad de encargado. Lo hizo detrás de la misma barra que ahora domina el Arsenio Manila. Entonces -y hasta hace un par de años, en realidad- era el Cobertizo, un local propiedad de la familia y que durante muchos años fue otro de los establecimientos más renombrados de la noche gaditana. Aquel Cobertizo nunca abandonó a Raúl, que a finales de los 90 dio otro paso más («una vez más con todo el apoyo de mi padre»), al hacerse cargo en verano del Marimba, el chiringuito junto al Hotel Playa Victoria. «Por primera vez, alguien aprovechaba la gestión de un chiringuito en la mejor playa urbana de Europa más allá de la comida y la cerveza de mediodía; lo convertimos en un bar de copas durante tres años y con lo que ganamos pude montar en el 2001 el Barabass». Dejó la playa y se fue a Muñoz Arenillas.

Tampoco se olvidó del centro, donde el Nahú «se ha convertido en el mejor local de la ciudad entre semana». Y no, Raúl Cueto no ha perdido perspectiva, una vez que sus pertenencias son reconocidas noche tras noche, «porque siempre hablo en plural, porque tengo el mejor equipo posible y por ello estamos aquí, con la intención de consolidarnos», advierte.

Hoy día, en este año 2008 de crisis inmobiliarias y repuntes de paro, «la cosa está complicada, porque irse de copas no deja de ser un lujo y en Cádiz el dinero es muy escaso». Todo lo contrario que la imaginación de sus empresarios hosteleros, a los que Raúl califica de «excelentes y siempre atentos, porque si no lo hacemos nosotros ya vendrán y lo harán gente de Sevilla y Madrid». El problema es que «falta dinero y, en muchas ocasiones, un local adecuado para intentarlo».

«La gente no es tonta», subraya Raúl Cueto, a la hora de intentar explicar la clave de su éxito. «No puedes abrir otro bar en un garaje, como eran hace 20 años aquí, sino dar un poquito más», añade, convencido de que la decoración étnica del Nahú, las columnas del Barabass o las camas con dosel del Arsenio Manila «son una demostración de que siempre hay que aportar algo distinto».

Para ello, «aprovecho cada viaje para observar detalladamente la decoración y novedades que se están desarrollando en el resto del mundo». Un ejemplo final de esta traslación de ideas: el Arsenio Manila acaba de cumplir un año tras una reforma millonaria, las cosas van bien y Raúl piensa en el siguiente escalón. «Quiero dar comidas también, poner mesas donde están las camas y que luego el cliente se pueda tomar tranquilamente una copa en un lugar tranquilo... a ver cómo sale».

amedina@lavozdigital.es