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LUCES Y SOMBRAS

Descerebrados

Recientemente LA VOZ se ha hecho eco de un cruel acto de vandalismo cometido por un grupo de adolescentes en el parque Genovés. Los menores se ensañaron con unos cuantos patos hasta provocarle la muerte. El comportamiento, gratuito e innecesario sólo puede atribuirse a seres descerebrados que se refocilan martirizando a animales inofensivos. La información periodística, sin embargo, nos dice que los responsables de la matanza son alumnos de un instituto. La verdad es que cuesta trabajo asimilar que un hecho tan repulsivo se perpetre por quienes diariamente reciben los «bienes de la educación». Cuesta trabajo, pero por desgracia estos comportamientos aberrantes no sólo se prodigan cada día sino que además se aprovechan las nuevas tecnologías para divulgarlos; incluso me atrevería a decir que las innovaciones tecnológicas despiertan conductas morbosas, a veces impregnadas de sadismo, en mentalidades que nunca terminan por madurar. Así, por los telediarios, nos enteramos de las palizas que algunos escolares propinan a otros compañeros que siempre son los más débiles. Las agresiones son grabadas previamente por teléfonos móviles, sin duda regalos de los padres, y más tarde colgadas en internet.

CARLOS DÍAZ MEDINA
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Los comportamientos descerebrados, que pagamos todos, no constituyen un patrimonio exclusivo de una adolescencia problemática. Se dan en todas las edades y en todas las condiciones sociables. Por ejemplo, las acciones vandálicas contra el mobiliario urbano, que se multiplican durante los fines de semanas, se efectúan por jóvenes de diversa procedencia social. Los causantes de la muerte absurda y sin sentido de la indigente quemada viva en un cajero automático en Madrid pertenecen a familias acomodadas.

Un alto porcentaje de descerebrados se encuentra en los campos de fútbol y sus alrededores durante los días de partido .Sobre todo en los derbys. Se puede entender que el fútbol genere pasiones entre los aficionados y que se convierta en la válvula de escape de sus tensiones diarias. Lo que es inadmisible y totalmente condenable es que los energúmenos que aparecen al socaire de estas competiciones cometan sus fechorías que en más de una ocasión tiene consecuencias fatales.

Descerebrados son también aquellos que se instalan en la irracionalidad y sustituyen el sentido de la crítica por el insulto soez y la descalificación personal. En el fondo lo que revelan es su impotencia para argumentar sobre cualquier cuestión. En los blogs de Internet y en los comentarios a pie de noticia de los periódicos digitales campan a sus anchas. El descerebrado es cobarde, actúa en grupo y se escuda en el anonimato para ejecutar sus embestidas.

Ante tanta impudicia moral la sociedad no se rebela. Se encuentra como sumida en una especie de letargo que le impide reaccionar adecuadamente. El sistema educativo no responde frente a los nuevos retos que la evolución de esa sociedad, cada vez más frágil, le plantea. Las familias, desconcertadas, desatienden la educación y el control de los hijos y los gobernantes, por su parte, parecen desorientados ante unos fenómenos que requieren con urgencia una solución apropiada.