Los cachorros de primera
Actualizado:res lustros después de formar parte de ese Cádiz que se aferraba a Primera con más corazón que presupuesto, los Jose, Cortijo, Calderón, Raúl Procopio y Barla vuelven a protagonizar los titulares de la prensa en pleno siglo XXI, pero ahora desde la perspectiva del banquillo y en un club que todo lo que ha ganado en ruido y fama lo ha perdido en clase y cordura. A tono con los tiempos que corren, este Cádiz de 2008 es llamativamente más chabacano que el de principios de los 90; nada extraño si tenemos en cuenta que hemos pasado de Radio Futura al Cikilicuatre. En un segundo plano, permanece como testigo silencioso, pero con una profesionalidad a prueba de bombas, Lorenzo Buenaventura. Un tipo que compartiera alegrías y tristezas precisamente con Ramón Blanco y que ve como en las últimas temporadas los cachorros del ahora analista mediático han ido tomado las riendas en la dirección deportiva del primer equipo. Hasta aquí, todo suena muy bonito; a modo de poesía dedicada al paso del tiempo y su consabido relevo generacional. Pero si uno se detiene a mirar con lupa todo cuanto se cuece en torno a una entidad que no gana para sustos e improvisaciones, la realidad comienza a mostrarnos el lado más desagradable de esta historia. Profesionales que -en plena madurez- son utilizados como títeres para salir airosamente de una situación generada en unos despachos donde últimamente no se está hilando muy fino. Jose y Cortijo tuvieron que volver para reconducir el caos que ocasionó Oli. Calderón vino a arreglar lo que había heredado García Remón de Baldasano. Y Raúl Procopio y Barla son el penúltimo capítulo de estos parches que, con patente de corso gaditana, son la respuesta a lo que debería ser un proyecto serio con visos de estabilidad y que desde que Jose González cogiera al equipo en Segunda B no se ha vuelto a ver en esta casa ni por asomo.