COLECCIÓN. Félix y Manuel muestran una de las vitrinas en las que se guardan distintas conexiones entre mangueras, llaves de salida de agua, hachas y otros artilugios.
Jerez

Los bomberos reviven sus 146 años de historia

El retén de Jerez ha retomado su museo, un conjunto de recuerdos que dignifica la labor de los profesionales

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La de bombero es una de las profesiones con las que se sueña desde niño. Muchos de ellos la heredan de sus padres y abuelos, mientras que otros la llevan dentro y juegan a sofocar fuegos desde que tienen uso de razón. Aunque es un dato que apenas ha trascendido, el Parque de Bomberos de Jerez cuenta con una antigüedad considerable, tanto es así que supera en años de existencia al tan prestigiado de Estados Unidos, cuya fama y eficacia traspasa fronteras.

Fue en 1862 cuando Manuel Simo de la Riba creó el retén jerezano, y desde entonces han sido diversas sus ubicaciones y las vivencias protagonizadas por los diferentes profesionales que han luchado por preservar la seguridad en la ciudad. Son 146 años cargados de historia y anécdotas variadas, que habían permanecido en el olvido hasta que hace dos años los mismos bomberos decidieron desempolvar los recuerdos y dar forma a un museo, que hoy puede visitarse en el actual parque de la calle Martín Ferrador.

Como relataron a este periódico Manuel del Valle y Félix Molero, la idea partió de uno de los veteranos, Honorio Trillo, que levantó de nuevo el museo y llenó de vida las paredes del parque, aunque en esta ocasión el impulsor de la iniciativa ha preferido mantenerse al margen de la publicidad. Uno de los elementos que más llama la atención son las fotos antiguas, que han ido rescatando a lo largo de los años, reparando en muchos de los casos y enmarcando siguiendo un orden cronológico.

A través de ellas se puede adivinar la evolución del cuerpo, que comenzó su andadura donde se encuentra ahora la Iglesia de San Juan de Letrán, un lugar que pronto se quedó pequeño, para pasar al local de Ronda Muleros y luego al del Retiro, hasta la fundación del actual en 1984. En dichas fotos se puede hacer una comparativa entre la indumentaria de los bomberos de antaño y los de estos tiempos, entre aquellos que atravesaban las llamas tan sólo con un pañuelo tapándose el rostro hasta los que utilizan la más alta tecnología. Una de las que más resalta es la de unas prácticas realizadas allá por 1955, donde se observa a un grupo de funcionarios escalando un muro de piedra con sus técnicas más rudimentarias.

Junto a las instantáneas, el museo recoge una copia exacta en azulejos de uno de los escudos de bomberos que aparecen en algunas de las fotos más antiguas, y que supone uno de los logros que mayor orgullo despierta entre la plantilla. «Este escudo es una copia de otro pintado en Ronda Muleros, que luego en El Retiro se volvió a pintar. Aquí lo hemos ido reconstruyendo paso a paso a través de la foto, y lo inauguramos el 8 de marzo, día del patrón de los bomberos, San Juan de Dios», explica Del Valle.

La colección de utensilios y enseres propios de la labor del bombero merece una mención aparte, ya que la exposición cuenta con una amplia gama de cinturones, cascos, extintores y un largo etcétera de instrumentos de todas las épocas e incluso cedidos de otros cuerpos del país y del extranjero. En el caso de las lanzas, por ejemplo, se aprecia la diferencia entre las primeras que surgieron, las llamadas de chorro fijo, frente a las actuales de presión que disponen de tres efectos diferentes, dirigidos a la apertura, el cierre y la regulación.

También existe una vitrina en la que se pueden contemplar diferentes conexiones entre mangueras, sirenas antiguas, hachas de todo tipo, mosquetones para el anclaje de los cinturones y extintores. Los cubos de cuero suponen una especial atracción, ya que se utilizaban antaño para sofocar el fuego de una manera completamente manual, requiriendo un esfuerzo y un tesón cuanto menos considerable. Dentro de los extintores, destacan los primeros que se crearon, que difieren en mucho de los grandes y rojos que se conocen en la actualidad. En este caso, se trataba de pequeños recipientes de cristal que eran como bombas de agua, que se introducían en un lugar cerrado en llamas y que lograban apagar el fuego por sofocación. Luego se dio paso a los extintores de aire comprimido, para pasar finalmente a los que se llenan de un gas especial.

También se pueden contemplar varios tipos de lanzas de espuma, rellenas de un líquido que mezclado con agua apaga las llamas por sofocación. Pero sin duda alguna los aparatos más llamativos son los que componen un conjunto de espumógeno, como le llaman los profesionales, que dan la apariencia de tractores y datan de 1983. «Esto lo encontramos de casualidad. Fuimos a sofocar un incendio en el desguace El Rocío y los vimos allí que los iban a tirar, así que nos los donaron, los limpiamos y los hemos expuesto aquí». Unos vehículos que en su día lanzaban 900 litros de líquido al minuto, frente a los 3.000 que son capaces de expulsar los que se utilizan hoy en día.

De la pared está colgado un arnés antiguo, calificado por los trabajadores como una «auténtica reliquia», que enseñan con satisfacción a todo aquel que visita las instalaciones. A modo de curiosidad, el museo recoge una vitrina llena de pequeñas cosas relacionadas todas con el mundo del bombero. Ahí tienen cabida coches en miniatura de todas las formas y tipos posibles, parches de cuerpos de cientos de lugares diferentes, pins, souvenirs e incluso dos belenes, uno de ellos cedido por la Hermandad de la Victoria que muestra el nacimiento tradicional, mientras que el otro representa a bomberos en miniatura adorando al Niño recién nacido.

Cada objeto y rincón de este museo es valorado por sus impulsores, aunque lo que más insisten en destacar es el hecho de que la iniciativa haya partido de los mismos profesionales, y no de la empresa. «Los compañeros que tenían algo en sus casas lo han ido donando, y también hemos buscado cosas en el parque antiguo, además de lo que nos hemos ido encontrando de forma casual». Con ello han construido un submundo dentro del retén, que comparten con especial cariño una vez al año, cuando se reúnen para celebrar la festividad de su patrón.

Ese día los bomberos organizan una convivencia en la que participa toda la agrupación, consistente fundamentalmente en una comida promovida y sufragada por ellos, que tiene lugar en el salón del recinto jerezano. Una excusa como otra cualquiera para estrechar lazos y fomentar la cordialidad entre unos compañeros que comparten situaciones complicadas, y que en ocasiones se ven obligados a poner sus vidas en manos de los otros.

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