la trampa de zapatero
CALLE PORVERA Lo peor de las trampas no es tanto su existencia en sí como el hecho de caer en ellas incluso siendo conscientes de que mordemos el anzuelo. Seguro que cuando ZP nombró a Carmen Chacón ministra de Defensa lo hizo pensando en el golpe de efecto que ello produciría, más allá de lo adecuado o no de dicha decisión. Enseguida los retrógados de turno se abalanzaron en masa a cuestionar su valía por el hecho de ser mujer, catalana y estar embarazada. Una oleada que de inmediato produjo el efecto contrario, y fuimos muchos los que salimos a defender a capa y espada a alguien de cuyas capacidades profesionales nadie habló en ningún momento.
Actualizado: GuardarEl porqué no se puede estar de acuerdo con esas críticas resulta una obviedad, tanto como si el recién nombrado se tratara de un hombre, asturiano y con problemas de próstata. Sin embargo, tras esta reacción visceral muchas son las dudas que me asaltan. A riesgo de parecer más papista que el Papa, no creo que resulte conveniente poner al frente del ejército a alguien que no es partidaria de las armas, como sería un contrasentido otorgar la cartera de Economía a un consabido hombre de letras. Y qué decir de su condición de nacionalista, algo respetable pero incongruente con el cargo, cuando precisamente la institución que representa tiene que velar por la seguridad y la unidad de ese país cuyo nombre muchos no se atreven a pronunciar (sí, España).
Lo que ocurre es que yo al menos sin quererlo he caído en la trampa, y ya ante cualquier consideración que se haga sobre la ministra todo el mundo corre el riesgo de que se le tache como mínimo de machista, mientras que el debate de fondo es solapado por lo que supone una mera anécdota.