«Sólo podía salvarlo un milagro y creímos que aquello lo era»
Marco Antonio estaba desahuciado, pero Raquel, su madre, nunca perdió la esperanza. Cuando todo parecía perdido, apareció Carmen, que les ofreció la oportunidad de traerles un corazón sano para su hijo desde Memphis. Todo era mentira. Supuestamente, sólo quería sacarles dinero
Actualizado:LOS médicos habían hecho lo imposible por salvarlo, pero la infección no remitía. Su corazón se iba debilitando día a día y sus órganos empezaban a paralizarse. Marco Antonio García estaba desahuciado, conectado a la vida a través de un máquina que mantenía sus constantes artificialmente. «Sabíamos que sólo lo podía salvar un milagro, y creímos que aquello lo era», dice Raquel Sánchez, su madre.
Estaban en una situación límite. Ya había sido operado tres veces, pero la infección no les permitía optar a un transplante -llegaron a tener un corazón en Sevilla- y sólo les quedaba esperar, «porque nunca llegamos a perder la esperanza», confiesa. Y la luz apareció tras más de 60 días sumidos en un oscuro túnel. La luz se llamaba Carmen.
«Llegó un día a la sala de espera de la UCI de Carlos Haya (donde el joven estuvo 72 días ingresado hasta que murió, el pasado 23 de febrero, con 19 años). Nosotros -ella, su hermana, su ex marido, su hija, la novia de Marco Antonio y más familiares y amigos- pasábamos todo el día allí. Nos preguntó muy educadamente si podía sentarse, y le contestamos que sí».
Aquella mujer de acento castellano intentó entablar conversación con ellos. «Nos contó que tenía allí a su hijo de 15 años, al que le diagnosticaron de pequeño un tumor cervical que le impidió crecer con normalidad», relata. El dolor, aunque fingido en un caso, les unió. «Le dimos mantas, almohadas... Si llevábamos una tortilla para almorzar, la compartíamos».
Raquel también se sinceró y le contó, someramente, lo que le ocurría a Marco Antonio. Sin embargo, a la madre le extrañó que Carmen sabía datos sobre su hijo que ella no le había proporcionado, como la fecha de su ingreso.
Raquel (45 años) recuerda que, tres días después de conocerla, le ocurrió algo extraño. Eran las seis de la tarde. Ella estaba medio dormida, pero escuchó a Carmen interrogando a la novia de su hija. «Yo le pregunté '¿para qué quieres saber eso'. Ella me respondió 'vaya, de todo te quieres enterar. Entonces, me acercó el teléfono y afirmó 'toma, aquí tienes la solución».
Asegura que no olvidará nunca aquella voz ronca de mujer. «Es mi amiga, ¿la directora de todos los hospitales del mundo!», espetó Carmen, lo que ella tomó con una exageración bienintencionada. «Ella es bióloga y científica, y ha encontrado un corazón para tu hijo en Memphis», rememora Raquel, que tiene las conversación grabadas a fuego en la memoria.
La supuesta directora empezó a hablar en inglés -como si contactara con EE. UU.- y continuó con el teatro simulando llamar a la UCI de Carlos Haya. «Cambien la diálisis de 10 a 15», ordenó. «Me explicó que a mi hijo había que aplicarle una fórmula y que necesitaba un corazón con un 'código especial', que ella traería personalmente».
La familia acogió aquella noticia como el milagro que estaban esperando. «Empezaron todos a dar saltos de felicidad. A mí me dio miedo plantear mis dudas, porque aquello era más fuerte que yo, y al final te lo crees. Es lo único que te queda por creer».
El corazón supuestamente llegaba un viernes. Raquel mantuvo el sigilo y no preguntó al hospital. «Carmen decía que se lo podían tomar a mal, porque era una decisión impuesta que les venía desde arriba».
Ahí fue cuando le dijo que la operación tenía unos gastos que ascendían a 10.000 euros. «Yo no tengo ese dinero, pero lo hubiera sacado de donde fuese», afirma.
Es mentira. Nos había engañado».