isabel coixet | directora

«Penélope se reía de mí»

Ben Kingsley, Dennis Hopper y Penélope Cruz brillan en la adaptación de la turbulenta novela de Philip Roth

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La directora de Mi vida sin mí, tan inquieta y cosmopolita como desconfiada y dolida ante las críticas, adapta al temible escritor Philip Roth en su primera película de encargo. En Elegy ha dirigido a Dennis Hopper, lo que le daba «mucho morbo», y ha podido contar con Penélope Cruz y Ben Kingsley. Una pareja de lujo que en la pantalla disfruta y sufre un amor por dos veces.

–¿Cree en segundas oportunidades?

–Totalmente. Además son relaciones que tienen mucho peso dramático, así que dan juego. En un reencuentro amoroso están por detrás las cosas que han pasado y también las que podrían haber pasado.

–¿Qué le atrae de la novela?

-Primero, que es sobre cosas universales, pero tratadas con terrible ironía. Lo que más me gusta de Roth es que nunca pide disculpas, a diferencia de otros escritores norteamericanos de su generación que lo hacen por sentir pulsiones sexuales. En la novela está todo lo que me interesa. El amor, la muerte…

–…Las diferencias de edad.

–Exacto. Hay una gran diferencia de edad en la pareja protagonista y eso me atrae mucho porque yo siempre he tenido parejas o mucho más mayores o mucho más jóvenes. Penélope interpreta a una joven que es mucho más madura con 28 años que el personaje de Ben a sus 64. Se ve muy bien en la escena en la que ella le pregunta: «¿Yo qué soy para ti?». Él no sabe qué decir. Parece un crío.

–Adaptar a Roth es todo un reto.

–Sí. La mancha humana no me gustó nada. Era muy primaria. En una novela te puedes creer ciertas cosas, pero en la película no te podías creer que Anthony Hopkins, con ese acento inglés, tuviera padres negros. Se lo comenté a Roth y él opinaba igual.

–¿Y qué le ha dicho sobre Elegy?

–Nada. Me contaron que la vio y que al terminar la película se quedó sentado un buen rato y en silencio. No dijo nada y dicen que esa es buena señal. Es un hombre muy exigente. Con todo. Con las mujeres, con la comida, con la ropa, con la literatura, con el cine…

–¿Cómo es eso de que lloró mientras rodaba?

–Tengo lágrima fácil. Veo una paloma agonizante y me pongo a llorar. Lloré mientras rodábamos dos escenas. Sobre todo, en el momento en el que ella le pide que le haga la fotografía… Hay algo muy real ahí y lloré. Penélope se reía de mí.

–¿Cree que eso se deja ver en sus películas?

–Básicamente sí. Mis personajes son muy humanos. No tienen miedo de decir lo que sienten. Pero no son sensibleras. Son películas pudorosas. Elegy no es nada ñoña.

–¿Qué ha pagado por rodar un encargo en Hollywood?

–Es un encargo, pero la película es mía de principio a fin. Quizás he tenido que luchar más con los productores, pero ya está. He hecho lo que he querido. La única cosa que me habría gustado cambiar es el título de la película. El bueno era El animal moribundo, como la novela en inglés, pero he tenido que tragar.

–¿Rodará en castellano alguna vez?

–A ver… ¡Siempre igual! Me proponen cosas y si me interesan las hago. En Paris je t’aime hice un corto en francés, ya ves tú, y mi siguiente película va a ser en Tokio. Y te digo una cosa: el mundo está cada vez más interrelacionado y cuanto más nos acerquemos a esa realidad mejor nos irá a todos.

–¿Cómo lleva las críticas?

–Hay que aceptar la fama. La gente tiene filias y fobias y lo acepto. Pero a veces me encuentro por internet con unos blogs en los que me dicen de todo menos bonita. Me fastidian mucho los prejuicios. Gente que ve en mis películas lo que quiere ver, pero no lo que está en ellas. Me fastidia que se diga constantemente que me influye la publicidad. Manohla Dargis, la crítica del New York Times, no lo hace. Pero las críticas en España lo mencionan constantemente. En mi cine no hay publicidad, por favor. Además, en España todos los directores hacen anuncios, y parece que sólo soy yo.

–La imitación que le hizo Corbacho en los Goya era bastante fiel…

–Sí, de despistada un tanto rarita. Ya sé que no me desenvuelvo bien en público, pero no puedo remediarlo. Cuando me dan un premio y salgo a recogerlo me quedo en blanco. Mi familia ya se encarga de recordarme lo mal que lo hago. Me gustaría ver a los que me critican tanto en esa situación. Todo lo que rodea lo que hago me parece muy horroroso. Como pasear por la alfombra roja. Por favor… Que vayan los actores y les saquen fotos, es normal, pero un director, ¿qué pinta ahí?