MILENIO

Sin retrocesos

Los ilustres Javier Arenas (PP) y Diego Valderas (IU-CA) están convocados por el líder de la Junta, Chaves González, para determinar de una vez por todas la cuantía de la deuda histórica, un concepto, una pretendida (y más que posible) deuda histórica contraída a lo largo de los tiempos pretéritos a la democracia por el centralismo político nacional. Un conflicto, o desencuentro, complejo entre ese centralismo histórico y esta Andalucía tan remisa, por lo general, a exhibir sus heridas, deudas y carencias.

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Aunque también es posible que en el estado de Iowa existan recelos contra Washington desde que desembarcaron en el continente los hijos de la Gran Bretaña. Así es y de esta forma se escribe la Historia. Pero lo nuestro es de una complejidad densa y resignada hasta que la nación entró en el club de los países libres, con muchos próceres del antiguo régimen ya deambulando por el reino de los cielos, tras haber comparecido ante Dios Nuestro Señor. Nuestra densidad se define a partir de las distancias. Ejemplos: el Poder socialista calculó en su día una cantidad asumible, más "dos adelantos a cuenta", por un Estado moderno, pero los populares subieron algo más de mil millones en sus apreciaciones, y la gente de IU-CA elevó el montante a los siete mil quinientos millones. La cuadratura del círculo, en principio, pues ya verán como, finalmente, hay acuerdo.

Estén pendientes de Griñán, el consejero de la factoría chaviana que mejor combina los números con las metáforas, porque si hay atasco entre los partidos y el Estado aparecerá el manchego/madrileño/andaluz con su sonrisa de obispo satisfecho para aportar claridad de ideas y calma en las almas negociadoras. Y es que Griñán es a la autonomía andaluza lo que Yosu Jon Imaz es al PNV, salvando las distancias y con la venia de la señora Aguirre.

Es decir, no hay que ser ni optimista ni derrotista con la negociación, aunque es imposible no echar de menos en la presente tesitura negociadora a mentes y talantes como los que lucía Rafael Escuredo, un hombre perdido para la política pero ganado para la sociedad activa y emprendedora que se niega a retroceder ante proyectos complejos que suelen arredrar a los más ensimismados.