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Carlos Ruiz Zafón: «Es el libro que quería escribir»

Isabel Ibáñez | Barcelona |
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Aseguran que Carlos Ruiz Zafón es demasiado serio, algo seco; como diría Labordeta, poco amigo de zalamerías. «Yo me río de muchas cosas, pero no soy un vendedor de coches. Quizás si resulto así es porque no intento pasar por gracioso. No me gustan las bobadas, y menos si no conozco a la otra persona. Intento contestar con corrección». Así lo hizo ayer ante los más de 300 periodistas y 70 editores que acudieron a la presentación en el teatro barcelonés del Liceo de su esperada última novela, El juego del ángel, la segunda entrega de una tetralogía que se inició con La sombra del viento. También fue el perfecto orador que controla los tiempos del espectáculo y da respuestas precisas. Simpático de tan serio que es.

Desde hoy tiene colocados un millón de ejemplares sólo en España, enorme tirada que promete desaparecer pronto de las tiendas y que no se debe a un capricho, sino a las peticiones de los propios libreros, tal y como explicó un responsable de la editorial Planeta, donde ya se frotan las manos pensando en el segundo round de ese fenómeno llamado zafonmanía.

Era uno de los acontecimientos culturales de 2008: el nuevo libro ha tardado siete años en llegar, desde que publicó su aclamada La sombra del viento (2001) –-diez millones de ejemplares vendidos y ha sido traducida a más de 40 idiomas–. A mediodía, en el patio de butacas del hermoso Liceo se apretujaban los periodistas. De fondo, sorpresa, una melodía cristalina e inquietante creada e interpretada al piano por el propio Zafón: «La música es lo que más amo del mundo. Aprendí a tocar y hago mis composiciones», desveló más tarde sobre lo que parece ser la banda sonora de sus últimas novelas. La puesta en escena prometía: luz tenue y cálida, dos sillones de orejas, una mesita con una jarra de agua, decenas de volúmenes apilados en columnas por doquier y un decorado que bien podría ser el Cementerio de los Libros Olvidados, el lugar que cautivó al protagonista de su anterior novela y que vuelve a centrar la historia en ésta.

Y al fin apareció el autor catalán afincado en California –camisola vaquera sobre camisa roja y pantalón negro– acompañado de la periodista Olga Viza, que toda de blanco hizo de maestra de ceremonias y se atrevió a preguntarle si el final lo tiene claro desde el inicio o si es la narración la que le lleva a él: «Si uno no sabe a dónde va, no va a ningún sitio. Yo me tomo en serio mi trabajo, le estaría tomando el pelo a la gente si no supiera a dónde voy». Hubo tiempo de explicar muchas cosas.

La primera y más importante, que El juego del ángel no es una precuela de La sombra del viento, como se había dicho quizás por el hecho de que transcurre en la Barcelona de los años 20, mientras que el anterior se centra en la Ciudad Condal de la posguerra. «Tampoco es una continuación. Son novelas independientes y se pueden leer en el orden que se quiera. Y no es el mismo libro, que la gente no espere encontrar la misma historia», advierte el autor. Pero para que no desesperen los fans, la familia Sempere permanece, aunque el padre de La sombra del viento sea aquí el hijo, y el padre de éste, el abuelo del Daniel, al que ya conocemos.

«Hay lugares comunes, aunque tratados de otro modo, y personajes nuevos que se mezclan con otros ya familiares. Muchos son personas que hemos visto cruzando la calle en La sombra del viento y que aquí se desarrollan».

El protagonista sí es nuevo, David Martín, un joven escritor obsesionado con un amor imposible. A lo largo de su carrera ha recibido extrañas misivas lacradas con un signo de un ángel que le conducen al encuentro con Andreas Corelli, editor que le ofrece una fortuna a cambio de un misterioso encargo: escribir un libro como no ha existido nunca y que oculta un gran secreto. «Esto le conducirá a un laberinto de intrigas, crímenes, pasiones, y a su propio pasado».

El resultado es «un thriller que mezcla todos los géneros» y que se ha demorado siete años. «Suelo tardar dos o tres en escribir una novela, pero he tenido que atender muchos compromisos», explicó Zafón. Incluso reconoció haber tenido que tirar «con gran pena» una primera versión porque con las distracciones no quedaba a su gusto. «Pero ahora tengo la certeza de que éste sí es el libro que quería escribir y ahora estoy descansado». Olga Viza incluso le hizo confesar que parecía más contento con esta novela: «Es el mismo universo que aquí se amplía e incorpora nuevos elementos más interesantes». «Hay cosas que me rondaban por la cabeza pero que no me atrevía a utilizar porque me faltaban herramientas y aquí las he podido emplear», reconoció ufano.

El primer párrafo

Preguntado sobre si el enorme éxito de la obra anterior puede afectar al juicio que se haga de ésta, lo tiene claro: «¿Qué hay de justo en esta vida? Quizás pueda ser juzgada por elementos que no tienen nada que ver con la propia obra y vaya a ser vapuleada. Pero son cosas que ya sabemos, sabemos que hay gente que cree que el éxito no es lo deseable, pero si yo me quejase sería de juzgado de guardia».

Alguien quiso saber también cómo puede describir tan al detalle los interiores de las viviendas barcelonesas: «Mi padre era agente de seguros y yo, de niño, le ayudaba y llevaba el papeleo a los clientes. Me dejaban entrar en sus casas y yo me fijaba mucho en sus viviendas y en ellos mismos. Nunca subestimes a un niño».

Muchos lectores afirman que con la anterior novela sintieron eso que describía su protagonista, el niño Daniel Sempere, mientras devoraba la obra maldita rescatada del Cementerio de Libros Olvidados: «Me tendí en la penunbra azulada del alba con el libro sobre el pecho y escuché el rumor de la ciudad dormida goteando sobre los tejados salpicados de púrpura. El sueño y la fatiga llamaban a mi puerta, pero me resistí a rendirme. No quería perder el hechizo de la historia ni todavía decir adiós a sus personajes». Ruiz Zafón promete hacerles revivir esas mismas sensaciones.